Pasele a mi Cocina/ ¡Saboree ya el otoño!

AutorPaty Bichara

¡Hola!, espero que estén muy bien todos disfrutando del comienzo de una nueva estación. ¡Bienvenido el otoño! Me gustan los cambios, como que me levantan el estado de ánimo y siento nuevos bríos para trabajar, emprender, disfrutar la vida. Y ustedes, ¿cómo se sienten?

Hablando de cambios, y vaya que los estamos viendo, se han fijado qué diferentes son los matrimonios de nuestros hijos a los nuestros. Hablo más bien de la forma que del contenido, porque creo que tanto antes como ahora la gente se casa muy enamorada, pero la forma de convivir de las parejas jóvenes de hoy es diferente a como nosotros llevamos el matrimonio.

Para empezar y para que me entiendan mejor, cuando diga "antes" somos nosotros y cuando diga "hoy" son nuestros hijos. Quiero aclarar que no es crítica, sino al contrario, admiración y un poco de envidia, si es que existe esa que le dicen de la buena, ¿o.k.?

Antes te casabas cuando el hombre disponía fecha y lugar; hoy, en cambio, ambos están de acuerdo o la mujer tiene voz para expresar su preferencia.

Antes la luna de miel la escogía él y uno se conformaba -por así decirlo-, y con aquello del enamoramiento, lo que él dijera era lo mejor; ahora ambos deciden el destino de la luna de miel, no importa que haya que cruzar el océano cuatro veces pasando por el mismo lugar.

Antes, al llegar de la luna de miel, vivías donde él dijera, si era con su mamá, con la tuya o donde fuera, mientras juntaban para la casa, y tú calladita y dócil: "no importa, yo lo amo"; ahora no se casan si ella no sabe dónde van a vivir después de la luna de miel. Y es que las parejas de hoy quieren su casa aunque sea chiquita, pero amueblada y con jardín.

Antes no sabías cuántos hijos ibas a querer; los que llegaran eran buenos; ahora está detalladamente platicado y planeado el tiempo de ajuste para la pareja y el número de hijos.

Antes los papás no cambiaban pañales; ahora ellos cargan las pañaleras y cuidan a los bebés en la noche del jueves o del martes para que mamá se "oree" y vea a sus amigas.

Y así sucesivamente los antes y los hoy son diferentes, pero de ninguna manera menos buenos el uno del otro.

A las que nos tocó el antes, lo vivimos felices y convencidas de que era lo mejor; hoy, al ver a nuestros hijos crecer y ser diferentes las formas que nos sirvieron a nosotros, creo que estamos contentas de que vivan su vida de acuerdo a como la pareja lo decide. Simplemente nos queda el dejo de nuestro silencio y docilidad de tantos años atrás, pero...

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