Pásale a mi cocina / Comparte tu mesa

AutorPaty Bichara

¡Hola! A todos ustedes, queridos lectores, que se quedaron a descansar en la Ciudad, espero que la estén pasando muy tranquilos. Hoy es un día muy especial para los católicos: Viernes Santo, el culmen de la vida terrenal de Dios hecho hombre, quien murió por nosotros, para salvarnos.

Si tienen un tiempito para meditar acerca de la grandeza de ese amor, dejarán de sentirse deprimidos, tristes o enojados con el mundo, porque todos somos hijos de su amor, todos sin excepción.

Entre tantas cosas que están sucediendo en el mundo, la falta de amor entre nosotros es gran parte del problema, ya que de este sentimiento se derivan la caridad, el respeto y la compasión.

Todos estos valores se dan en el seno de la familia, de ahí la importancia de ser conscientes de que al educar a los hijos estamos criando a los hombres y mujeres que en el futuro van a enfrentar al mundo que les dejemos.

La palabra convence, pero el ejemplo arrastra. Así, nuestra forma de actuar, nuestro comportamiento, será el factor determinante en la formación de las siguientes generaciones, las de nuestros hijos y nietos. Antes de reprender a los hijos debemos revisar nuestra propia conducta, pensar que lo que ahora sembremos será lo que mañana habremos de cosechar.

Si nosotros rectificamos y nos atrevemos a cambiar patrones negativos de conducta, nuestros hijos lo percibirán y quedarán motivados a hacer sus propios cambios, aquellos que les permitirán vivir contentos, pero no porque tengan todo, sino porque no necesitan nada que no tengan o que no pueden conseguir mediante su propio esfuerzo y dedicación.

Si sueñas con cambiar al gobierno, a la sociedad, al vecino, pues comienza en tu casa, trabaja honradamente, sé un padre presente, responsable y cariñoso, muéstrale tú al mundo que sí se puede vivir feliz y en paz, y si alguien te pregunta ¿cómo le haces?, puedes contestarle con otra pregunta: "Tú, ¿ya trataste?".

Este Domingo de Pascua es un día excelente para comenzar un cambio en tu vida. Reúne a la familia para convivir y disfrutar una rica comida casera, platica con tu pareja, con tus hijos, con tus nietos... y si sabes de alguien que esté solo, también con él comparte tu casa, tu mesa y tu familia. Ya verás lo bien que te vas a sentir.

Los cambios no son instantáneos, pero sí se pueden lograr con perseverancia y con conciencia plena de que mejorar...

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