Un paraíso en el desierto

AutorErnesto Núñez

Enviado

SHARM EL-SHEIJ, Egipto.- El agua es tan nítida, que basta con asomarse desde el muelle para apreciar la colorida fauna marina. La arena blanca, el agua fresca: todo invita a ponerse el esnórquel y acercarse a sus maravillosos arrecifes de coral.

Sólo hay que nadar unos 10 metros mar adentro y ahí están: peces brillantes, estrellas de mar, caracoles, erizos y corales, que casi pueden alcanzarse estirando el brazo.

El espectáculo se vuelve más reconfortante a bordo de uno de los botes con fondo de cristal que todo el día ofrecen paseos en la bahía de Sharm el-Sheij. Pareciera un acuario flotante; por ahí hay cardúmenes de pececillos brillantes, medusas, tortugas y rayas; más allá, especies enormes, como el pez Napoleón.

Un paseo de dos horas en bote basta para llevarse un imborrable recuerdo. Pero también es una invitación a escalar la experiencia al siguiente nivel y tomar un curso de buceo para sumergirse en las aguas del Mar Rojo, uno de los ecosistemas marinos más ricos del mundo.

Este paraíso natural, ubicado en la punta de la Península del Sinaí, es la más grande y meridional de las tres zonas turísticas de la costa de Áqaba, el golfo que separa Egipto de Arabia Saudita. A pesar de que tradicionalmente no se incluye en los itinerarios turísticos básicos, Sharm, como todos le llaman, es la mejor llave para acceder a los secretos del mítico Mar Rojo, así que vale la pena tomar el vuelo de una hora que separa este balneario de la capital egipcia.

Eso sí, se trata de un enclave obligado...

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