Pantalla Grande I/ Las Mujeres Arriba: Le falta 'sazón'

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Diana González

El lanzamiento en Hollywood de Penélope Cruz no podía haber sido más precavido, con una historia centrada totalmente en el personaje de la española, escrita, receta en mano según los lineamientos más ligeros del realismo mágico e, incluso, espolvoreada con toques estilísticos de divertido aroma almodovariano.

Sin embargo, esta mezcla, que más bien pareciera amuleto, no fue suficiente para hacer de Las Mujeres Arriba, el tercer largometraje de la directora venezolana Fina Torres, un producto contundente a la hora de hacer cuentas en taquilla, sin que ello haya mermado el lanzamiento estelar de la actriz.

Y es que el talento de la ibérica, ya probado y aprobado en cintas de trascendencia mundial como la premiada Todo sobre mi Madre, no es precisamente lo que estaría en cuestión aquí, sino el contexto anecdótico en que se inserta: una historieta traviesa pero muy menor a casi cualquier otra que haya intentado llevar el realismo mágico a la pantalla.

Quizá por ello y pese al empeñoso afán de la directora por optimizar visualmente a Penélope (eternizada en cuidadosos acercamientos, melena alborotada y muchos vestidos rojos), Las Mujeres Arriba se antoja floja, poco original y artificiosa.

Para empezar, el personaje de Isabella Oliveira (Cruz), con su habilidad de transformar todo lo que toca en poderosas pociones de amor, es un elemento obviamente extraído de Como Agua para Chocolate.

Isabella, obligada por un mareo congénito a llevar las riendas de todo en su vida, no sólo conduce siempre el coche, moto o móvil en que viaja, sino especialmente debe...

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