Paloma Ramírez / Movimiento fifí

AutorPaloma Ramírez

Si bien AMLO no inventó la palabra fifí, la ha popularizado con tal éxito que es común que salga a colación en casi cualquier tipo de charla. De tal suerte que ser o no fifí se ha vuelto el meollo del asunto.

AMLO suele utilizar el término para restarle importancia a diferentes errores cometidos durante su gestión o, bien, para identificar culpables de la situación desastrosa que vive el País. Así, no merece la pena interesarse por una manifestación a la que asisten unos fifís o las notas críticas publicadas en prensa fifí.

En el mejor de los casos, fifí habla de ser conservador y de tratar de proteger los privilegios de los de su clase. En el peor, no estar de acuerdo con las acciones del Presidente, lo que podría traducirse en ser "el enemigo" de facto.

El espectro de los fifís abarca juniors, fantoches, hipócritas y corruptos, hasta ahora. Pues el término no hace más que enriquecerse con nuevas acepciones, todo depende del nivel de contaminación del aire social, político y económico o de la creatividad con la que amanezca el señor. Lo que no admite dudas, al menos para él y sus seguidores, es que los fifís son seres detestables.

Ante una retórica oficial en la que el fifí no sale bien librado, es de llamar la atención que exista multitud de personas (cada día más) que se enorgullezca por pertenecer al grupo y que no tenga reparo en decirlo.

Cabe aclarar que también han tratado de definir el término, aunque a través de conceptos harto más amables y hasta diametralmente opuestos a los arriba mencionados. Ellos son los que generan empleos. Los que pagan impuestos. Los que tienen sentido común y lo usan. Son gente de bien, llena de virtudes. Son la imagen antípoda de un "chairo", es decir, el seguidor incondicional del Presidente y que podría verse beneficiado con becas, programas y subsidios del Gobierno.

Día con día es más evidente la tendencia de la sociedad por dividirse entre fifí y chaira. Una elección dicotómica donde no existen puntos medios.

También escandaliza (por lo menos a mí) la animadversión casi patológica que existe entre ambos grupos. Parecen ser dos bandos que no tienen nada en común. Visiones encontradas del mundo y sobre todo en lo referente a AMLO.

Para unos es el salvador, para otros, el anticristo...

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