Palabra y Fe / Saber criticar

AutorPbro. Peter Coates

La crítica se ha convertido en uno de nuestros deportes favoritos a pesar de que se convierte en injusticia 99 de cada 100 veces que la usamos.

Critican los hijos a los padres, los padres a los hijos, los vecinos a los demás vecinos, los ciudadanos a sus gobernantes, los incrédulos a los creyentes, los creyentes a su propia iglesia, los aficionados al entrenador, los de un partido a los del otro.

Y lo curioso de todo esto es que la crítica se toma no sólo como un derecho, sino como un gran mérito. "Mantener una postura crítica" se presume como de una clase superior.

Pero se esconde detrás mucha falsedad y mediocridad. Martín Descalzo trazó hace tiempo unas leyes que a todos nos podrían ayudar para alcanzar una mayor madurez en el difícil arte de la crítica.

  1. No tiene derecho a criticar el que no alaba habitualmente: Hay personas que derraman negativismo y amargura. Todo lo ven negro y aunque la pared esté blanca, prefieren fijarse en la pequeña mancha.

    Un papá que nunca alaba las cosas que su hijo hace bien, ¿qué derecho tendría de regañarle cuando se equivoca?

    El jefe que jamás motiva a sus trabajadores ¿no pierde el derecho de regañarles cuando se equivocan? La crítica verdaderamente valiosa es la de quien, estando en principio siempre dispuesto a alabar, se ve, en algún caso, obligado a señalar lo negativo.

    El que derrama amargura no se da cuenta que el problema lo lleva en el propio corazón.

  2. No se debe criticar nada que no se ame: Si toda crítica madura va dirigida a conseguir el bien y no a destruir, lo lógico sería sólo criticar aquello cuyo bien se quiere. Criticamos con derecho a los gobernantes cuando de hecho queremos a nuestro país y lo demostramos a diario con nuestro trabajo.

    Tenemos derecho a criticar a la Iglesia, si la amamos. Y con tanta más razón criticamos al hijo o al esposo cuanto más demostremos constantemente nuestro amor. La crítica del enemigo ni crea nada, ni nada aporta.

  3. Cuando se critica lo que se ama...

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