Palabra y fe / Amor que compromete

Pbro. Hilario González

El Evangelio de hoy (Juan 21, 1-19), en el que Jesús Resucitado se aparece a los discípulos y hace el milagro de una pesca abundante, nos invita a tener un encuentro más profundo con el Señor, a tal grado que, como fruto de esta experiencia, podamos afirmar que amamos a Jesús y reconocerlo como el centro de nuestra vida y el motivo fundamental de todo lo que hacemos.

Hace dos meses escuchamos un relato similar (Lucas 5, 1-11). También están presentes los discípulos y Jesús, y hay una pesca milagrosa. En este relato inicia la vocación de Pedro y sus compañeros, es el primer llamado que Jesús les hace. "No teman, los haré pescadores de hombres" les dijo.

Hoy aparecen los mismos actores, pero la experiencia es diferente. Ahora es el Señor Resucitado quien llama y este llamado tiene un examen previo en el amor. "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?", le pregunta Jesús.

Y es que el seguimiento del Señor no es solamente un impulso emotivo, o una sensación de afecto atractivo. Seguir al Señor pide este encuentro íntimo con Jesús Resucitado, una confesión profunda y auténtica de amor, de que verdaderamente estamos convencidos que el amor de Cristo es nuestra salvación, nuestra fuerza, y la mejor experiencia de amor que tenemos. Es un amor que...

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