Página Tres / La guerra sucia enloda a todos

AutorRicardo Omaña del Castillo

La guerra sucia enloda a todos

En política suele ser casi imperceptible la línea que divide a la crítica y el denuesto, quizás porque hay quienes devalúan o renuncian a su honor en aras de la calumnia y la difamación, o del chisme corrosivo que supuestamente les produce dividendos de popularidad. La crítica es válida y hasta conveniente en el marco de la libertad de expresión, cuando se juzga la palabra o el comportamiento de un servidor público, pero denostar equivale a injuriar, a infamar, es decir, a manchar sin razón y sin pruebas el honor o la dignidad de un individuo. En política rige un acuerdo tácito de pasar por alto la ley cuando se desata una guerra de infamias o vilezas, pero la sociedad no merece observar este perfil de incultura en las competencias electorales, en la disputa del voto. Además, estos lances, ramplones, ordinarios, son al fin de cuentas de perder y perder. Pierde el agraviado porque la calumnia y la difamación son polvos difíciles de limpiar del todo, y pierde el que agravia, por su cobardía al no llevar a los tribunales las graves denuncias de los presuntos delitos cometidos por su oponente. A uno le queda un sedimento de desprestigio, y al otro, una fama de murmurador, de intrigante. La reflexión viene a cuento a propósito del encuentro que sostuvieron hace unos días los candidatos al Gobierno del Estado, Mauricio Fernández, del PAN, y Natividad González Parás, de la Alianza Ciudadana encabezada por el PRI. Un encuentro saludable que tuvo el propósito de poner fin a la llamada "guerra sucia" en el proceso electoral del Estado. Espero no equivocarme pero yo creo que en esa guerra sucia nada tuvieron que ver ambos candidatos, pues Nati cuida su honor y una forma de hacerlo es el de respetar el de los demás, y Mauricio, temperamental y aguerrido, nunca ha mostrado, sin embargo, inclinación a la falacia. Es explicable que uno y otro candidatos busquen sumar votos a su favor, y restárselos al oponente, pues de eso se trata una competencia electoral. Sin embargo, hay muchas maneras de hacerlo, y ninguna tiene que ser ruin. Son sus propuestas, sus programas, sus planes de Gobierno, sus ofertas a la sociedad, su visión administrativa, su concepción de un buen Gobierno, los que en todo caso deben enfrentar ante los electores. No importa si son viables o son producto de la ensoñación. Después de todo, la promesa es el aderezo principal de la política. Y es en el marco de estos paquetes propositivos donde los candidatos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR