Página Tres / Buen Presidente, pero no tanto

AutorRicardo Omaña del Castillo

Buen Presidente, pero no tanto

Se va el 2004 y también el cuarto año fiscal del Gobierno de Vicente Fox Quezada. En una perspectiva real, objetiva, podemos decir que hasta ahora Fox ha sido un buen Presidente. Si juzgáramos su desempeño en el marco de sus mesiánicas promesas y visualizaciones del País, tendríamos que decir que su Gobierno ha sido mediocre, cargado de frustraciones. En lo administrativo tradicional, el régimen ha cumplido, pero en lo político ha fracasado rotundamente. Fox ha mantenido una economía estable, en parte herencia del Gobierno anterior, se ha esforzado por disminuir la pobreza, por propiciar la creación de empleos. Ha mantenido en equilibrio la paridad del peso, sin cambios bruscos. Fox no llegó al poder con una crisis agobiante, como le ocurrió a Miguel de la Madrid o a Ernesto Zedillo. Ha sabido sortear los rebotes de crisis internacionales y ciertamente, aunque sin ser óptima, la economía mexicana es confiable para el resto del mundo. No hay asomo alguno de que vivamos en el México de maravilla del que nos habló Fox el candidato, y tampoco el México renovado del que habla en sus discursos. El mapa de la miseria, el de los marginados, sigue siendo muy amplio. La educación sigue en bajos niveles, según criterios internacionales; la justicia para todos está muy lejos de imperar. Pero seamos indulgentes, si pareciera que Fox ha fracasado, es porque comparamos la cruda realidad con sus sueños y visiones un tanto fabulosas, pero en el pleno meramente objetivo, no podríamos decir que el suyo ha sido un mal Gobierno, pues no ha hecho ni mucho menos ni mucho más que los Gobiernos que le antecedieron. Es en el plano político donde don Vicente ha naufragado. El divorciarse de la Oposición desde el inicio de su mandato es algo que ningún Mandatario hizo antes. Otro detalle insólito es haberle declarado la guerra al Poder Legislativo, en su mayoría opositor. Mantiene una cruzada contra el Jefe de Gobierno del Distrito Federal y este es otro síndrome que revela su fracaso en su calidad de político, pues nunca ha dado señales de estar dispuesto al diálogo ni ha mostrado indicios de su capacidad de persuasión. Su actitud inflexible ante quienes no comparten su criterio le ha restado seriedad a su investidura, pues ya no hay espacio para los comportamientos dictatoriales que se daban en el caduco presidencialismo. Otro error de Fox es el de haber propiciado el desgaste de su investidura, de su representatividad, al punto de que...

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