Página Tres/ Sindicalismo busca su propio lugar

AutorRicardo Omaña del Castillo

Sindicalismo busca su propio lugar

Leonardo Rodríguez Alcaine, sucesor de Fidel Velázquez en la otrora más poderosa central obrera del País, la CTM, sostuvo una reunión con Vicente Fox, para saludarlo, según dijo, y para entregarle un documento con las propuestas del movimiento obrero. ¿Qué espera el sindicalismo del nuevo Gobierno que además de nuevo es diferente a todos aquellos bajo cuya sombra nació y creció el corporativismo obrero? No lo sabemos, pero lo cierto es que dicho sindicalismo está por primera vez ante la oportunidad de ser él mismo y de adquirir su propia estatura. Los sindicatos ya no tendrán más canonjías negociadas en aras de la fidelidad política, ni sus líderes volverán a ser los mercaderes de la representación social. Pero lo que parece una pérdida, podría ser una ganancia. Un sindicalismo independiente, sin amarras, libre de compromisos y de consignas políticas, puede llegar a tener personalidad y fuerza propias y difícilmente puede ser manipulado. Bajo la tutoría del Gobierno, las centrales obreras siempre fueron un simple instrumento, activo, pasivo, intransigente o negociador, según le convenía al régimen. El sindicalismo agresivo lo utilizó Lázaro Cárdenas para mantener a raya a los empresarios que se oponían a sus ensayos socialistas. En su sexenio, las huelgas, en su mayoría injustificadas, fueron un socorrido recurso para intimidar y alinear a los patrones. Carlos Salinas de Gortari se fue al extremo opuesto. Maniató y hasta amputó al sindicalismo para adornar su Gobierno con el aura de una envidiable "paz laboral". Salinas neutralizó a "La Quina" enviándolo a prisión, aniquiló políticamente a Fidel Velázquez y desinfló al monstruo cetemista que creó caciques de utilería en todo el País. Irónicamente, con Vicente Fox en la Presidencia, las centrales obreras se han liberado, y tendrán que aprender a subsistir como lo que nunca fueron, es decir, agrupaciones creadas para representar y defender a los trabajadores. Con el cambio, la utilidad será, por supuesto, para los obreros, pues es evidente que la casta de líderes espurios será la gran perdedora. No más Senadurías o Diputaciones palomeadas por el Presidente. No más privilegios a cambio de votos, no más liderazgos por consigna. Los trabajadores estarán en libertad de escoger a sus líderes y de lograr la unidad y la fuerza reales que sólo con representantes genuinos puede tener una agrupación. Si la CTM o cualquiera otra central obrera se aferra al pasado y...

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