Padre Guerrero

AutorDaniel de la Fuente

Antes de llegar esa mañana a una reunión con campesinas, el Padre Chema detiene la camioneta que conduce frente a un terreno que los chiquillos usan para jugar futbol en el Ejido Santa Isabel y Dolores, en Cadereyta Jiménez.

Hoy, el área luce llena de hombres en torno a una mesa en la que hay planos sujetos con piedras.

Vestido de mezclilla y camisa de manga corta, el sacerdote se aproxima a paso rápido, conversa fugazmente con algunos asistentes y pregunta el motivo de la reunión.

Él ya lo sabe, pero como quiera formula el cuestionamiento.

"Vamos a explicar la construcción de un centro comunitario, es de Pemex", le dijo uno, quien parece titubear al identificarlo. El párroco de Nuestra Señora de la Merced, en San Juan, ya es muy conocido por su respaldo a las causas sociales.

"Cuatro millones de pesos", lee el cura en voz alta la cifra anotada en los planos de la nave destinada a ser centro de capacitación y apoyo rural. "Para una comunidad que no rebasa las 40 familias...".

"Recibirá también gente de otros ejidos, mil 500 en total", dice alguien, pero el Padre Chema parece no oír y se pregunta si no sería mejor destinar esos 4 millones a limpiar las acequias y a apoyar a los agricultores para levantar cosechas, mermadas o inexistentes por la contaminación que por años ha emanado de la refinería, y que ha empeorado en los últimos meses.

La cifra que se invertirá, dada a conocer por Pemex días después a EL NORTE, subió a 10 millones.

Algunos lo miran con suspicacia. El Padre sonríe, se despide para asistir con campesinas que han denunciado intentos de despojo de sus predios y les cuenta lo que hará Pemex, con el aval del Municipio de Cadereyta, en el Ejido.

"¿Por qué no limpian primero las acequias, Padre?", pregunta una y él contesta tal como lo hizo con los campesinos alarmados que le avisaron el 17 de agosto del 2014 sobre el derrame de miles de barriles de crudo en el Río San Juan, eje vital del municipio: "¿Qué quieren hacer?".

José Manuel Guerrero Noyola, el Padre Chema, justifica su respuesta: trabaja haciendo presencia, dice, promoviendo la organización.

Le queda claro que la Arquidiócesis de Monterrey no prefiere una iglesia encerrada en sí misma.

"Para mí sería muy fácil estar en el templo prendiendo velas, apagando velas; poniendo el mantel, quitando el mantel; cerrando puertas, apagando luces. El Arzobispo no nos quiere ver así, menos el Papa, sino en medio de la gente".

Esto es precisamente lo que ha hecho desde hace años este...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR