De la oscuridad a la luz

AutorMaría Luisa Medellín

Hay episodios en la vida que marcan un destino. Paradójicamente, el que a Dina le tocó enfrentar, pese a ser terrible, la convirtió en la valiosa persona que es hoy.

Tenía 18 años, cursaba la licenciatura en lingüística aplicada, con enfoques en didáctica y traducción, solía ser amiguera y conducir su auto por la Ciudad.

Usaba pupilentes y un oftalmólogo le propuso la cirugía láser para retirárselos, pero su negligencia le provocó pérdida gradual de la vista, hasta quedar ciega.

"Él hizo los estudios básicos de córneas. Después supe que no realizó uno de los más importantes: el de retina. Encontró similitudes en los ojos de mi abuelita y mi mamá, a quienes había tratado, y se le hizo fácil operarme, aunque no era candidata a esa cirugía", cuenta sin amargura y con voz delicada Dina Elizabeth Cortes Coss.

Meses más tarde, la chica comenzó a ver manchas y, poco a poco, una membrana café obstruyó parcialmente su visión.

Al acudir a consulta, el mismo oftalmólogo le informó que se trataba de un desprendimiento de retina en ambos ojos.

Sin ahondar en la gravedad del problema, la canalizó con un colega, quien la intervino quirúrgicamente empeorando su condición.

Los especialistas del Hospital Universitario, a donde sus angustiados padres la llevaron, le explicaron que el daño por cauterizar con láser desde la primera cirugía, a la que no era candidata, era irreversible, que tampoco la operación de retina era la correcta, y harían lo posible por remediar en algo la situación.

El viacrucis de Dina durante los cinco años siguientes incluyó más de 20 cirugías oculares: con láser, el suministro de un gas para presionar y pegar la retina, aplicaciones de silicón...

"El silicón no permitía mucha irrigación y tuvieron que hacerme una cirugía por cataratas. Me pusieron un lente intraocular, pero se opacaba por esa falta de irrigación, hicieron una limpieza, quitaron el iris, en fin", dice abrumada esta chica morena y bajita, de 28 años.

"Pasé momentos muy difíciles, junto con mi familia. Estábamos en el hospital en cumpleaños y fechas importantes. Casi un año tuve que pasarlo boca abajo en una cama, con la cabeza colgando para que pudiera hacer presión y pegara la retina. Abandoné la facultad, a mis amigos. Caí en depresión y llegué a atentar contra mi vida".

Aún veía parcialmente cuando a propósito se impactó contra una barda, al manejar por la lateral de Constitución.

Recuerda que lloraba desconsolada y quería ponerle fin a su dolor, pero sólo el auto...

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