Oscar Levin Coppel/ Sentimientos paradójicos

AutorOscar Levin Coppel

Inicia el nuevo periodo en la Cámara de Diputados bajo buenos augurios. Todas las fuerzas políticas, sin excepción, han expresado de manera abierta y definida su disposición a lograr acuerdos fundamentales para los próximos años.

Al parecer, vendrán tiempos de encuentros y nos podremos apartar de la hostilidad que caracterizó a las relaciones recientes entre los partidos. Habrá que calcular los costos que deja y repensar los principios activos de la democracia en su sentido parlamentario. La alternancia, por lo pronto, parece que ha sido suficiente para que, entre la diversidad, surja el sentimiento benéfico de la pertenencia o identidad común.

Ya nadie reclama para sí mismo las banderas o los valores democráticos. Estamos, por así decirlo, trasponiendo, espero que para siempre, la falta de confianza generalizada y el conflicto desbocado.

En el caso particular de los priístas lo hacemos, tal y como lo dijo Beatriz Paredes, en medio de sentimientos encontrados o paradójicos. Todos nuestros aportes al progreso del país, a su vida institucional, y a su transformación democrática, se acompañan de pesadumbre por la derrota.

La nueva democracia mexicana cobra como una especie de tributo original la derrota del PRI. Pero también sabemos que ello puede representar, sin embargo, una oportunidad para el futuro. Para nosotros abre inmejorables posibilidades a la autonomización del partido, a su liberación respecto del poder. De ello puede esperarse una contribución determinante al proceso.

Los ecos del último informe del Presidente Zedillo indican que ha librado relativamente bien la última etapa de su mandato. Su reflexión personal desde la tribuna y ante el Congreso de la Unión deja la notoria intención del testimonio final. Lo cierto es que con él termina una larga época monopartidista.

Para algunos, su severo sentido de la disciplina en materia de política económica llega al dogmatismo. En muchos lugares del mundo esa visión es puesta en duda hasta por sus propios precursores. No obstante, al Presidente nadie puede acusarle de incongruente o contradictorio. Su concepción se aplicó, a pie juntillas, durante seis años.

Con el impulso modernizador que proviene de la globalización la economía mexicana ha logrado avances que hasta hace algunos años eran impensables. El conjunto de nuestra estructura productiva se modificó por completo. A la reconversión económica le acompañó el agotamiento del autoritarismo presidencialista y una insospechada apertura...

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