Opinión Invitada / ¿Dónde está el liderazgo?

AutorOpinión Invitada

Margarita Ríos-farjat

Pareciera que el gran edificio del Estado mexicano se colapsa y se nos viene encima. Todos los días surgen nuevas grietas y hasta sufrimos violentos temblores repentinos a causa de sus profundas fallas estructurales. Los cimientos están dañados: el Estado no puede garantizar la integridad física de las personas, uno de nuestros derechos fundamentales.

Sin esa garantía nada puede sostenerse con firmeza y se merma nuestra calidad de vida.

La necesidad de saber los códigos de conducta durante balaceras o extorsiones equivale a lo que los europeos aprendían hace poco más de medio siglo: los códigos de silencio o la construcción de refugios antiaéreos en casa, por ejemplo. Pero nosotros no sabemos quién es el enemigo.

Estamos desarrollando un instinto de supervivencia para el que no tenemos referencias, esta beligerancia nos toma por sorpresa. Nos enfrentamos a lo desconocido con nuestros propios recursos, también desconocidos.

Y mientras todos los mexicanos pensamos en esa falta de entrenamiento para hacer frente a esta nueva realidad, nuestra clase política sigue enfrascada en baladronadas partidistas; basta leer los discursos de los gobernantes o aspirantes a puestos de elección popular para detectar su más grande ambición: ganarle al partido político rival.

El propio Presidente, por ejemplo, hace una semana habló ante estudiantes de la Universidad de Stanford y la mitad de su discurso fue partidista, dejando claro que ésa ha sido su motivación desde la infancia y ha permeado durante su gobierno.

Y las motivaciones infantiles no son poca cosa, se pueden traducir en ganarle al contrario "haiga sido como haiga sido".

En realidad, las disputas partidistas no nos importan. Pero desgraciadamente también dejaron de importarnos lo que hagan o dejen de hacer los gobernantes, y el Estado y los asuntos del Gobierno.

Y entonces decimos que faltan líderes. Pero en realidad no podemos distinguir a uno si lo vemos. Hay muchas voces creando conciencia, desde la crítica o encabezando marchas; otras desde la academia, la empresa, la cultura. Hay muchas personas procurando el bien común, en asociaciones civiles o por su cuenta, que no reciben ningún reflector y no les interesa.

Pero la mayoría no los ve desde su butaca: espera que la acción suceda en la pantalla, en el escenario...

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