Opinión Invitada / Mariana Gabarrot Arenas: Acoso en Monterrey

AutorOpinión Invitada

En el 2019 aumentaron 36 por ciento las denuncias de acoso sexual en Nuevo León, y en municipios como Monterrey y Guadalupe incluso se duplicaron: de 29 casos a 68 y de 17 a 44, respectivamente. Las asociaciones civiles afirman que estas cifras se quedan cortas, publicó EL NORTE esta semana.

Para interpretar lo que dicen del ambiente en nuestra Ciudad y el área metropolitana, necesitamos entender qué constituye acoso, por qué se da y por qué se legisla al respecto.

La mayoría de las definiciones de este delito, incluyendo el Código Penal de nuestro Estado, contienen los siguientes elementos: asedio, expresiones verbales o físicas de connotación sexual, lasciva o de exhibicionismo corporal, desventaja de la víctima y falta de consentimiento.

Casi siempre este tipo de acoso se ejerce por parte de hombres hacia mujeres, ocurre entre pares (amigos, colegas, compañeros de clase) o entre extraños. Nos parece difícil entender por qué sucede. La respuesta es muy sencilla: la sociedad machista lo inculca, lo permite e incluso lo exige.

En nuestra Ciudad esto es evidente. Vivimos en la tierra de la carne asada y el futbol. Donde él es dueño del asador y domina en el estadio. Además, controla la calle, porque si va caminando nos "cede" el paso y si va manejando, nosotras no sabemos manejar.

Es siempre mayoría en los lugares de poder, porque es Gobernador, Alcalde, juez, doctor, rector, empresario, director. También está generalmente a cargo de nuestra seguridad (es militar, policía, oficial de protección civil). Para sostener su imagen debe ser masculino, lo cual significa ser fuerte, violento y sexualmente activo.

Nosotras, en cambio, lavamos los trastes después de la reunión, nuestros equipos de futbol ganan menores sueldos y no juegan en horarios estelares, tenemos que esperar a que nos dejen pasar, siempre se ríen cuando contamos que alguien nos chocó el coche, y cuanto más escalamos laboral o políticamente nos encontramos cada vez con menos mujeres.

Por supuesto que estamos en desventaja cuando ellos quieren mostrar su vigor sexual aun a costa de nosotras. Esto no quiere decir que somos víctimas pasivas, tenemos la fortaleza para enfrentarles aun en estas condiciones. De ahí las denuncias, las marchas de protesta, las muestras de indignación.

No todos los hombres son iguales, sería ocioso de mi parte argumentar que todos son acosadores. Pero los mandatos sociales y la exigencia de cumplir con este estereotipo de masculinidad sí es la misma para...

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