Opinión Invitada / Mariana Gabarrot Arenas: Pánico en la Ciudad

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La inseguridad se ha convertido en condición de nuestra existencia, y ya es hora de darnos cuenta de lo que esto significa.

Para ello, hagamos un recuento serio de los acontecimientos recientes, evaluando las soluciones propuestas, especialmente el Operativo Metropolitano de Seguridad y la Guardia Nacional.

No se trata sólo del número de muertes, sino de cómo y dónde acontecen.

El 4 de febrero se encontraron restos humanos en una hielera y mensajes con amenazas frente a los penales de Apodaca y Topo Chico, así como frente a la sede de la Agencia Estatal de Investigaciones. También, apenas el jueves, dejaron restos de personas mutiladas en el Parque Industrial Escobedo, con cartulinas fosforescentes.

Nos enteramos de esto por las noticias, pero ya no nos conmociona más allá de un mover la cabeza de lado a lado. A lo mucho una exclamación de "¡Qué barbaridad!". Pero estamos siendo testigos de crímenes horrendos, los cuales -consciente o inconscientemente- trivializamos mediante un proceso de deshumanización.

Al hablar en abstracto de "restos", no pensamos en un hijo, un padre o un hermano llamado Pedro o Juan. Además, se describen pedazos de cuerpo, no sabemos si todos pertenecían a la misma persona o dónde quedaron las demás partes. Éstos son los desaparecidos. Los familiares nos muestran sus fotos para recordarnos que en esa hielera no encontraron una mano o una pierna, encontraron a un ser querido.

Sin embargo, darles nombre y ponerles rostro es asumir que algo terrible está sucediendo.

No es casualidad que esta semana una joven de la prepa UDEM haya tenido un ataque de pánico (por las razones que sean). Si lo pensamos bien, todos tendríamos que estar al borde del espanto.

En el fondo, ya no nos sentimos seguros en ningún lado porque han matado a personas en el súper, en el restaurante, en cualquier esquina, en su propia casa.

Nuestro instinto de supervivencia no nos permite imaginar que esos lugares pudieran ser los nuestros, pero la posibilidad existe.

Ante esto queremos pensar que hay una distinción clara entre nosotros los buenos y ellos los malos. Pero, en realidad, ¿cómo saber la diferencia todos los días?

Los robos a casa habitación o los ataques a policías en plenas avenidas son clara evidencia de que los delincuentes manejan a nuestro lado, pueden vivir en nuestros barrios o estar...

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