Opinión Invitada / Ley de Estacionamientos

AutorOpinión Invitada

Sergio Joel Vargas

En Nuevo León no existe ley ni se tienen reglamentos municipales de estacionamientos, excepto en Monterrey, cuando en 1976, siendo Presidente Municipal Leopoldo González Sáenz, se expidió el "Reglamento para la recepción, estacionamiento y guarda de vehículos en edificios y locales públicos o privados".

Desde entonces, hasta hoy, el número de vehículos ha aumentado de 400 mil a cerca de 2 millones los que circulan y requieren lugares para estacionarse. La mayoría de los conductores buscamos espacios gratuitos, ya sea en la calle o en los muy baratos parquímetros.

Estudios en varios países han demostrado que no existe estacionamiento más caro que el que se oferta en la vía pública, porque la capacidad de circulación de las calles y avenidas se reduce, y con ello se incrementa el consumo de gasolina, la contaminación ambiental y la pérdida de horas-hombre, ya sea que se movilicen en automóvil o en transporte público.

Aun sin tener reglamentos, algunos municipios del área metropolitana incluyen en sus planes de desarrollo urbano capítulos dedicados al estacionamiento donde se indica, según el uso del suelo y algunas otras variables, el número de cajones de estacionamiento que el desarrollador debe ofrecer a sus visitas o clientes para evitar que se usen las calles con ese fin y no se causen molestias a la circulación o a los vecinos.

Es muy importante hacer notar de que, en caso de que no cumplan con el número requerido de cajones, se les niega el permiso.

A partir de la facultad que se otorgó a los municipios de elaborar sus propios planes, los criterios que utilizó cada uno de ellos para determinar la cantidad de cajones que se necesitaban para los diferentes usos de suelo fueron copiados o elaborados empíricamente, por lo que son muy diferentes entre sí, lo cual es una de las fallas que deberá de corregir la nueva Ley.

Entre algunos de los detalles que se requiere normar en dicha Ley está el ancho y largo de los cajones, los espacios de los pasillos de circulación, las pendientes máximas de sus rampas y los referentes a su señalamiento interior y exterior, además de la seguridad, comodidad e iluminación.

En una ciudad antigua como la nuestra nunca se previó esta necesidad, se construyeron (y se siguen construyendo) edificios de departamentos, oficinas, iglesias, escuelas, universidades, centros comerciales y dependencias gubernamentales sin tomar en cuenta al molesto pero muy útil automóvil.

El automóvil seguirá...

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