Opinión Invitada / Karen Batres: La movilización del odio

AutorOpinión Invitada

La democracia tiene dos enemigos: la ignorancia y el odio.

El odio se ha usado para beneficiar a algunos y destruir a otros desde que el ser humano practica la política. Sin embargo, actualmente, en muchas partes del mundo y particularmente en Estados Unidos, el odio parece ser una de las herramientas más usadas para conseguir fines políticos.

La táctica de utilizar el odio depende de ciertos factores sociales que allanan el camino. Algunos de esos factores son la presencia de una población vulnerable y la ignorancia.

La vulnerabilidad puede estribarse en necesidades económicas como el desempleo, el subempleo, inflación rampante o sentirse indefenso ante las circunstancias de la vida.

También entra en esta lista algo más vago, pero muy poderoso, como lo es la pérdida de la identidad social: sentir que lo conocido desaparece ante un alud de inmigrantes, por ejemplo, quienes influyen en los idiomas que se escuchan, en la dificultad que tienen los ciudadanos para entender los acentos de personas que contestan teléfonos, manejan taxis o proveen servicios.

No son las personas cosmopolitas las que perciben esta amenaza, sino grupos que sienten que no cuentan con recursos sociales o políticos para combatir la pérdida de identidad -o, cuando menos, lo que perciben como tal.

Una gran parte del odio en el mundo contra los inmigrantes tiene que ver no sólo con las crisis humanitarias que representan y que abruman la capacidad de los Gobiernos, sino con una amenaza percibida ante la identidad: personas con idiomas diferentes, costumbres que chocan con lo conocido, el temor económico de las consecuencias del influjo de tantas personas diferentes.

El odio es más que la intensa sensación emocional que lo caracteriza. Es una condición psicológica, un trastorno de percepción, una forma de pensar que se desliza hacia la paranoia. Sobre todo, el odio requiere una relación, a quién odiar, y subyacen el proceso las necesidades inconscientes y la historia personal del individuo que odia (Gaylin, 2003).

Particularmente, detrás de la rabia que alimenta el odio, hay una sensación de que uno es amenazado. La frustración, la...

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