Opinión Invitada / Juan Jesús Garza Onofre y Javier Martín Reyes: ¿Mandar al diablo a la Suprema Corte?

AutorOpinión Invitada

La designación de la nueva ministra de la Suprema Corte es un evidente retroceso para la democracia mexicana.

Con una terna de candidatas improvisadas y no idóneas, con comparecencias de escaso rigor, y con consensos parlamentarios tan opacos como inexplicables, no cabe duda que la llegada de Yasmín Esquivel Mossa al máximo tribunal del País es producto de acuerdos turbios que advierten un desprecio por las instituciones judiciales.

Nunca habíamos visto una tercia de aspirantes con niveles tan burdos de partidismo y de potenciales conflictos de interés.

Loretta Ortiz fue, hasta hace una semanas, militante de Morena y cercana colaboradora del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Celia Maya, además de ser simultáneamente militante y magistrada, se dio el lujo de competir como candidata -sí, candidata- de Morena al Senado.

Y la ahora ministra está casada con uno de los más cercanos asesores de López Obrador y muy probable contratista de este Gobierno.

Las cuotas y los cuates del prianismo se quedaron cortos frente a la lógica abiertamente partidista de Morena.

El discurso de la "4T", de la anhelada transformación de México, será atractivo como retórica. Pero a la hora de la verdad, al tener una histórica oportunidad para distinguirse de los demás, Morena ha ejercido el poder igual que sus adversarios.

Por eso que no hablen de un cambio, ni de una manera distinta de hacer política. En materia de justicia la nueva administración es lo mismo de siempre.

Las comparecencias fueron, como bien han dicho dos agudos cronistas, un auténtico desastre.

El premio mayor al bochorno judicial fue para Celia Maya, quien hizo gala de su ignorancia en materia de derechos y de su aversión por la diversidad sexual.

A Yasmín Esquivel le bastaron unos minutos para revelarse como una juzgadora formalista, conservadora y ajena a los cambios constitucionales de las últimas décadas.

Incluso Loretta Ortiz, quien tuvo el mejor desempeño -es un decir-, se mostró lejos de tener perfil de jueza constitucional.

Los Senadores tampoco estuvieron a la altura de las circunstancias.

La bancada morenista aparentó división, pero al final fungió como mera correa de transmisión de la voluntad presidencial.

Y el resto de las bancadas -quienes tanto nos advierten y vociferan el regreso de un renovado presidencialismo despótico- ni por asomo fungió como ese bloque que hace unos cuantos días...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR