Opinión Invitada / Juan Jesús Garza Onofre: Diversidad que se ocupa

AutorOpinión Invitada

Tiene razón el escritor Andrés Neuman cuando afirma que "no hay intimidad más colectiva que el lenguaje".

En un país en el que en los estadios de futbol se exclaman al unísono gritos homofóbicos, en donde se entonan ofensivas y burdas canciones contra determinadas minorías, o en el que parecería que la única forma de ejercer la sexualidad es conforme a la moral dominante, no es casualidad que se articule un movimiento que exige un solo modelo de familia, que los derechos sexuales se encuentren condicionados al electorado, o que los estereotipos primen sobre las libertades.

En México, tristemente, la discriminación suele normalizarse. Entre el chistorete tonto y la hipocresía generalizada, resulta sencillo utilizar las palabras de forma tan ligera como violenta para dañar la dignidad de las personas.

Uno de los problemas más graves en contra de la comunidad LGBT+ (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgéneros y otras minorías de género y sexuales) es que la discriminación va más allá del mero uso del lenguaje.

La inaplicación o aplicación parcial de un marco jurídico desarticulado y contradictorio genera una brecha de derechos que se refleja en las condiciones de vida de estas personas.

Adicionalmente, la ausencia de políticas públicas concretas para proteger a este colectivo -como la promulgación de una ley de identidad de género, la generación de protocolos de actuación, o la transversalización de la no discriminación a través de reglamentos municipales- parecen metas inalcanzables cuya factibilidad dependerá de los humores de la clase política.

El caso de la discriminación por identidad de género u orientación sexual es mucho más preocupante en Nuevo León, donde desde hace años, según datos del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, se registran los mayores índices de intolerancia en el País.

Y es que la imagen prototípica de las personas regiomontanas, y en general de la propia cultura del noreste, propulsa una manera estándar, binaria, uniforme y angosta de ejercer la identidad de género: vaqueros, machos, broncos, hombres altaneros e insensibles que...

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