Opinión Invitada / Joel Gastelum: Respirar en Monterrey

AutorOpinión Invitada

En Monterrey, la contaminación del aire debería preocuparnos mucho más.

Todos los sectores de la sociedad deberíamos estar hablando de esto como un asunto urgente.

La vista de la Ciudad, cubierta por una capa de compuestos tóxicos, es deprimente.

En esa mezcla hay contaminantes como monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno, ozono, dióxido de azufre y partículas PM10 y PM2.5, que han llegado ahí principalmente por la quema de combustible de vehículos y empresas, quema de carbón, madera, emisiones de la industria y extracción de piedra.

Estas actividades han sido necesarias para la vida y economía modernas en diferentes grados, pero la falta de controles efectivos las ha vuelto también una amenaza.

Tenemos un serio problema de salud pública. Esas partículas que inhalamos contribuyen a que suframos enfermedades respiratorias y cardiacas, que causan la muerte prematura de aproximadamente 5 mil regiomontanos por año.

Respirar en Monterrey equivale más o menos a fumarse dos cigarrillos cada día, y para los niños es peor.

Los Gobiernos (municipales, estatal y federal) deben considerar este tema como una prioridad y actuar de forma coordinada para hacer regulaciones con más dientes que vayan acompañadas de reformas institucionales.

Cada administración debe tener objetivos realistas, pero ambiciosos, de reducción de emisiones y planes para alcanzarlos.

Deben establecer sistemas de castigos para las grandes empresas contaminadoras, como multas que no sean de un solo pago, sino diarias y que vayan incrementando por cada día que la emisión continúe, como se ha hecho en China, pero también crear incentivos que vuelvan redituable la inversión en proyectos de energía renovable, limpieza del aire y reducción de emisiones.

Para esto, las Secretarías y departamentos medioambientales deben tener la capacidad y presupuesto suficientes para realizar auditorías e investigaciones efectivas, y evitar posibles falsificaciones de datos y corrupción.

Al mismo tiempo, hay que actuar sobre los vehículos. Hay que apurar la subida de los estándares de calidad de las gasolinas e implementar ya la verificación vehicular.

Necesitamos que conducir un vehículo-chimenea sea muy costoso para su dueño y no para la Ciudad.

Simultáneamente, hay que empezar a invertir en transporte...

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