Ofrecen mejor desarrollo a los niños tarahumaras

AutorEnrique Lomas

EL NORTE / Chihuahua

CHIHUAHUA.- La posibilidad de ver a un niño indígena tarahumara fuerte, con mejor capacidad mental y muchas más posibilidades de desarrollarse, parece ser una tarea imposible, pero no para los hermanos maristas, quienes desde hace tres décadas luchan por este objetivo.

Centenares de tarahumaras han podido sobrevivir gracias a los cuidados de los religiosos en los albergues de educación y alimentación que tienen en las comunidades chihuahuenses de Creel y Norogachi.

Desde hace 30 años, gracias a las aportaciones generosas de fundaciones, empresarios y familias de todo el mundo, estos "fuertes" albergan a "ejércitos" de niños y jóvenes que dejan atrás una vida de miseria y privaciones a cambio de alimento, preparación y el amor suficiente para que no se olviden de los suyos, y salgan al mundo para reivindicar a su castigada raza.

La situación de los indígenas es tan dramática que la efectividad de los albergues se reduce al hecho de que quienes permanecen en ellos sobreviven y los que por alguna razón ya no vuelven a él suelen morir a causa de enfermedades ligadas a la falta de una alimentación adecuada.

Lamentablemente no son muchos los niños tarahumaras que pueden gozar del privilegio de asistir a estos espacios de vida y esperanza, por lo que el exterminio brutalmente natural de esta etnia seguirá siendo un hecho cotidiano sin acciones que permitan abrir nuevos espacios.

El aislamiento indígena es devastador en esta extensa zona del País, por lo que muy pocos niños de zonas alejadas a Creel y Norogachi pueden acudir hasta los albergues.

El hermano marista y director de los albergues, Carlos Preciado, explica que en los albergues de Norogachi apenas se atienden 200 pequeños, 100 niños y 100 niñas tarahumaras.

"Esta gente viene sin hablar español, primeramente, pero a los 6 meses ya pueden defenderse con un idioma un poquito trunco, pero se dan a entender y van cambiando poco a poco, porque la vida del internado les va abriendo un poquito su vida a la forma mestiza de vivir acá en la sierra", señaló Preciado.

Para los maristas, asegura, no es la intención formar futuros hermanos de esa congregación religiosa, sino salvar la vida de ellos.

El alimento que llevan hasta sus bocas los niños tarahumaras es gracias a 50 donadores frecuentes (algunas veces el número se eleva a 200 en épocas especiales como Navidad) de diversas ciudades, a quienes los hermanos maristas les solicitan ayudas en especie, tales como frijol, arroz y...

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