Un oficio sin horario

AutorMaría Luisa Medellín

"Aquí como me ven, tan señora grande, tengo mis clientes... me buscan. No los atiendo por menos de 200 pesos... Estoy vieja, pero vienen, ¿será porque sigo sabrosa?".

Y guiñando un ojo, Victoria, "La Dragona" en el argot callejero, suelta una carcajada que se torna en carraspera, propia de quien ha abusado del tabaco gran parte de su vida.

A sus 64 años, lleva el pelo y las cejas en un rojo encendido. Su dentadura postiza luce natural, alineada y blanquísima, le da un aire más amable a la tez ambarina, enmarcada por los surcos de la edad.

Lo llamativo de su cabellera contrasta con una ropa discreta: falda gris a la rodilla y blusa roja de manga larga. Esas patas de gallo en sus pies desentonan con el atuendo, pero le parecen cómodas.

Es frágil y menuda. Está sentada tras el umbral de la puerta, en una habitación estrecha que dispone de cama, mesa, silla y estantes empotrados en la pared, con cigarros, jugos y sopas instantáneas, un comercio informal que le da algunas monedas para sobrellevar los días difíciles.

En uno de los muros hay un botiquín deteriorado que Victoria abre para mostrar un amplio surtido de condones.

"Aquí todo se vende, dice, echándole una mirada a los productos y desviándola juguetona hacia su propio cuerpo.

Platica que la demolición de más de 30 propiedades de la zona, a una cuadra de su refugio, con el propósito de ampliar la avenida Venustiano Carranza, en nada ha afectado su actividad.

"Aquí todo sigue igual. Nos dijeron que aquí no van a tumbar, pero si en el futuro lo hicieran, ya estaría de Dios que nos volviéramos mujeres buenas", suelta con una risa socarrona.

En los últimos 20 años, un cuarto y un baño componen su hogar en una esquina de la colonia Garza Nieto, mejor conocida como La Coyotera, un territorio hostil, donde la piel dispuesta a la venta se mantiene en vigilia.

Si en la zona roja de Amsterdam las damiselas en lencería provocativa se resguardan tras vitrinas, en la Garza Nieto los pasajes sórdidos no tienen cristales de por medio.

Las mujeres marchitas, de vocabulario florido y enfundadas en ropa que de milagro no cede al volumen de sus carnosidades permanecen a la entrada de sus aposentos, indiferentes a la vista de niños y adultos de las viviendas vecinas.

Si no ronda la Policía, deambulan aletargadas por las banquetas o entran a las cantinas que pululan en el sector.

Algunas mujeres y homosexuales afectados por las demoliciones se han unido a otros burdeles, y del resto ya no se ha sabido nada.

"Como les ofrecieron terrenos en La Alianza, pues a lo mejor allá están empezando otro negocio, quién sabe".

Victoria cumplió sus bodas de oro en el oficio más antiguo del mundo: 50 años de un desfilar de hombres por su cama, de hastío y amores reprimidos o pasajeros.

"De años buenos también, interrumpe ella misma el recuento de sus penurias. Yo era bonita, me pagaban retebien. Algunos clientes me llevaban de viaje y a buenos hoteles, ganaba suficiente para ropa fina y lujos".

Desde los 14 años ha vagado por los...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR