Obras ejemplares y paralelas

AutorKaren López

Como quienes coinciden en un mismo y extraño sueño, dos hombres, ambos escritores, hablaron de la elocuencia a través de la locura; hicieron convivir en un solo universo a personajes nobles con marginales; regalaron a la literatura la conciencia de sí misma y borraron las líneas entre los géneros con ingenio, humor, tragedia e ironía.

Ese sueño común que ocurrió hace más de 400 años los convirtió, sin que ninguno de los dos se diera cuenta, en los padres de la literatura moderna.

Aunque la realidad, esa misma que enfermó al Quijote, insiste en afirmar que estos hombres nunca se conocieron, que quizá nunca se leyeron, y que como personas tenían poco en común, sus letras gritan lo contrario: que por sus ideas y aportaciones Miguel de Cervantes y William Shakespeare bien pudieron ser doppelgangers literarios, es decir, dobles.

No en vano el autor mexicano Carlos Fuentes propuso esta idea de la dualidad en su ensayo de 1988: Cervantes o la crítica de la lectura, el cual va mucho más allá de un simple ejercicio de imaginación, pues ¿no fueron ambos autores los artistas de lo posible?

Unidos en el tiempo

La resistencia a vincular al Bardo de Avon con El Manco de Lepanto ha existido desde que ambos vivían, y no es sino hasta el siglo 20 que empezaron los paralelismos, aunque no siempre por razones literarias.

"Los paralelos efectuados en los siglos 18 y 19 se hacían en el marco del género y de las reglas del género. En 1832 Somoza había asociado a Shakespeare con Cervantes en razón de la vis cómica de ambos y de su capacidad para tratar la vida picaresca", comenta el especialista en Shakespeare, Ángel Luis Pujante, en la introducción del libro Shakespeare en España.

"Le parecía singular que dos escritores tan distintos y que no se conocieron 'hayan tenido el mismo pensamiento de poner en contraste la conducta de los hombres de honor y la de los rufianes reunidos en escenas de violencia, vicio y desórdenes de la vida'".

A raíz de Hamlet, se comparaba a Shakespeare con Pedro Calderón de la Barca, y ya en el siglo 20, el vínculo más de tipo ideológico fue lo que permitió la asociación con Cervantes. Incluso el festejo del Día del Libro rinde honor a la muerte de ambos, fechada erróneamente el 23 de abril de 1616.

"Mientras que es generalmente aceptado que los dos gigantes murieron en la misma fecha, el 23 de abril de 1616, no fue así, ya que para ese año España e Inglaterra utilizaban distintos calendarios, con 11 días de diferencia entre ellos"...

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