'Nunca perdí la fe'

AutorMiguel Herrera

No habían pasado ni 20 minutos cuando la expulsión de Jesús Molina me tomó por sorpresa. La verdad no la esperaba, ni siquiera la tenía presupuestada en el peor escenario.

En ese momento pensé que todo el trabajo del año podía irse al traste, estaba tan ocupado viendo cómo replantear el partido que ni siquiera tuve tiempo para enojarme.

Nunca perdí la fe en la remontada, no pasaba por mi cabeza el fracaso, siempre le dije a los jugadores, "sí se puede y vamos a lograrlo". Ni siquiera cuando cayó el gol de Teófilo Gutiérrez (20') dejé de creer en mi equipo, no era momento para reproches ni mucho menos.

En ese instante vi el reloj y pensé, "todavía hay tiempo, podemos".

Muchos pensarán que los fantasmas del pasado se pararon frente a mí y la verdad es que ni siquiera reparé en ello, en las dos Finales que había perdido; este grupo me había dado muestras de estar bien metido en el trabajo y nunca dudé.

Cuando nos fuimos al vestidor les dije que no bajaran los brazos, que no se desesperaran, ni siquiera sentía el traje empapado, hasta después mucha gente me comentó si no me había cambiado y la verdad es que no, ni siquiera pensé en eso. Ya después me bañé con agua caliente y ni siquiera gripe me dio.

Traía la chamarra y sólo pensaba en que la claridad llegaría.

Cuando cayó el gol de Aquivaldo (Mosquera, 88'), pedí que no festejaran, que se fuera al frente, miré otra vez el reloj y volví a pensar, "tenemos tiempo, tenemos tiempo".

Dicen que Ricardo (Peláez) le gritó a "Moy" (Muñoz) que se fuera al frente y lo creo, pero Moisés volteó a la banca para pedir permiso para irse al ataque, le gritamos que se fuera y también le chiflé a Miguel Layún para que también corriera al manchón penal; no quería a nadie en nuestra zona, quería a todos rematando.

Con el gol, me volví loco.

En ese momento pensé, "ya ganamos, el título es nuestro", ni siquiera sentía que me escurrían litros de agua de la cabeza y que estaba empapado.

Veía a mis muchachos enteros, sabía que estaban haciendo un esfuerzo sobrehumano, pero estábamos tan cerca del título, que cada vez que "Chucho" (Benítez) tomaba el balón decía, "ésta es la nuestra".

Ni siquiera cuando se llegó la hora de tirar penales sentí un hueco en el estómago. Les hablaba y les decía que no dejaran de creer en ellos, que teníamos el título en la mano, no me quedaban dudas de que nadie iba a fallar, algunos habían ensayado en la semana y otros como Raúl (Jiménez), me parecía que eran infalibles.

"Chucho" quería...

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