Y el 'Nobel' es para... Margaret Atwood

AutorVíctor Barrera Enderle

La crítica, decía George Orwell, es la legitimación de un gusto particular. En literatura, el gusto es un termómetro: registro telúrico de las pasiones y las obsesiones. Pero la crítica no sólo es la manifestación o la defensa de un gusto: es también su racionalización y exposición (posee la condición del autoanálisis). El asunto más espinoso con el que se enfrenta la crítica literaria es la noción de valor. ¿Cómo medir el valor de la obra literaria? ¿A cuáles criterios apelar? ¿Se debe dar prioridad a lo literario o se deben ponderar elementos extraliterarios, como la ideología, los temas tratados, o la posición política? Si es lo primero: ¿qué vamos a entender por "lo literario"? Sumemos a eso, la necesidad de efectuar esas valoraciones en grupo, llegar a un acuerdo y emitir un comunicado oficial. Tal es la labor de la Academia.

Fundada por el Rey Gustavo III el 20 de marzo de 1786, la Academia Sueca de la Lengua surgió, como todas esas instituciones afines, para resguardar, estudiar, fomentar y clasificar la lengua nativa. Cuando el inventor Alfred Nobel destinó, en 1896, su abundante herencia a premiar a las grandes mentes de la humanidad, la Academia se hizo cargo del galardón correspondiente a la Literatura. Desde 1901 se han entregado 114 premios, de los cuales sólo 14 han recaído en mujeres. El proceso de selección es relativamente simple: de los 18 miembros, se escogen previamente a 5 para que vayan separando y ordenando materiales y postulaciones. De aquí se obtiene el listado final, el cual es analizado por todos los miembros hasta llegar a un fallo unánime. Anualmente se reciben alrededor de 150 propuestas. Para que éstas sean válidas, los autores deben estar vivos y haber publicado un libro en los últimos 12 meses.

Este año, la Academia Sueca se ha visto envuelta en el escándalo. El artista Jean-Claude Arnault, esposo de la académica Katarina Frostenson, ha sido acusado de violación. La entrega del premio del 2018 se pospuso para el año siguiente. Tal ausencia, lamentable por una parte, posibilita, por la otra, la reflexión en torno a esta distinción y sus funciones.

A lo largo del mundo han surgido "academias alternativas" que han postulado a una serie de autores y autoras. Los listados revelan a un grupo conocido (los mismos nombres que se repiten año con año), y otro de creadores poco difundidos fuera de sus fronteras.

Nosotros hemos efectuado un ejercicio similar. Trabajamos primero con un listado previo (entre 10 y 15 nombres) y, a partir de ahí, fuimos haciendo recortes, hasta dar finalmente con el ganador o, en este caso, con la ganadora. El resultado fue por mayoría: Margaret Atwood se llevó las palmas.

Mucho se podría decir en torno a este...

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