Narra su odisea por coronavirus

AutorMariana Montes

El regio Jesús Campos se considera afortunado: Él y su familia lograron salir de China ante el brote del nuevo coronavirus que ha provocado una crisis sanitaria a nivel mundial.

Tanto él como su esposa, de origen chino-indonesio, y su hija de 2 años están libres del contagio y se encuentran en Monterrey.

Residente de la metrópoli de Shenzhen, en la provincia de Cantón, el joven de 31 años labora en relaciones públicas para la empresa Anker, dedicada a la electrónica. Lleva 10 años radicando en China.

"Fue todo tan rápido", cuenta en entrevista.

"A finales de diciembre y a inicios de enero escuchamos por ahí de un virus, pero nadie pensaba que se iba a poner así. De hecho, estuve de viaje en Las Vegas a inicios de enero y la gente empezaba a preguntarme, pero yo sin saber".

No obstante, apunta, la situación estaba a punto de tornarse grave...

MEDIDAS DRÁSTICAS

El pasado 31 de diciembre unos casos de neumonía detectados en Wuhan se reportaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para el 7 de enero se confirmó que se trataba de un novedoso agente infeccioso al que se le denominó 2019-nCoV.

Durante el Año Nuevo Chino (cuya celebración cayó el sábado 25 de enero) es tradición que los chinos regresen a sus casas para celebrar.

Fue ahí donde todo "se puso feo", relata. El número de casos creció y empezó el pánico.

Hoy la cifra de infectados en aquella nación supera los 40 mil, mientras que se contabilizan más de mil muertes.

"Hubo escasez de alimentos. Bajábamos al súper y no había ni carne ni vegetales, por lo mismo que a la gente le entró el miedo y comenzó a comprar mucho.

"Comenzaron, también, medidas más drásticas. Vivimos en unos departamentos y ya no dejaban entrar a nadie que no viviera ahí. Entonces, quienes llegaban a entregar comida a domicilio no podían pasar, por ejemplo. Nos empezamos a poner más nerviosos".

Escuchó casos de empleados contagiados, por lo que se cerraron oficinas, además de que en la ciudad era obligatorio usar tapabocas. El no obedecer la medida podía llevar a una multa.

"La gente no era tanto como de denunciarte, pero si no traías el tapabocas te decían 'oye, no nos pongas en riesgo a todos'. Era como una vigilancia entre vecinos y era el cuidarnos los unos a los otros. Nuestros vecinos nos preguntaban cómo estábamos y si teníamos comida.

"Eso estuvo interesante porque no habíamos vivido algo así, ese tipo de apoyo y de conexión con los habitantes".

Ante la situación que escalaba, Jesús y su esposa...

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