La música del hielo

AutorAnaline Cedillo

Foto: Analine Cedillo

Enviada

PARQUE NACIONAL LOS GLACIARES, Argentina.- Cada rayo de sol se refleja sobre la superficie del glaciar: caminar sobre el Perito Moreno es, tal cual, una excursión brillante.

En el Parque Nacional Los Glaciares, el minitrekking se practica desde hace 25 temporadas. La experiencia es única en la Patagonia argentina: a diferencia de otras masas de hielo de difícil acceso, aquí basta navegar pocos minutos por el Lago Argentino para llegar hasta su base, en la cara sur.

El gigante helado, imponente, con sus más de 50 metros de altura, crece conforme el bote avanza. Se alcanzan a ver sus arrugas diamantinas y pareciera que se quita la modorra con cada crujido, porque el glaciar está siempre en movimiento, vivo, y cruje. Quizá los caminantes logren despertarlo y testifiquen un desprendimiento de hielo atronador.

Al bajar del barco se camina un poco hasta un refugio donde se aligera el equipaje; luego, los excursionistas se sujetan a sus botas los famosos crampones, esas piezas de metal con púas que les permitirán caminar sobre el glaciar.

Se recomienda llevar una cantimplora para beber agua pura.

En grupos de aproximadamente 12 personas, junto a dos guías, se va a paso lento, un pie tras otro, buscando equilibrio sobre la capa de hielo. El esfuerzo es moderado; el terreno, firme y seguro.

Las púas de metal dejan en el hielo una marca que pronto desaparecerá. ¡Chaz-chaz-chaz! El compás que producen los pies al contacto con el hielo se mezcla con las voces de asombro al hallar grietas o pequeñas lagunas de agua clarísima y fondos de azules imposibles.

Los más curiosos se quitan los guantes que protegen las manos de las quemaduras del hielo para sentir su textura. La piel va protegida con bloqueador solar y se recomienda usar lentes oscuros.

Salvo por los refugios, donde descansan los guías en la base del glaciar, es fácil imaginar que por este paraje jamás ha pasado nadie.

Las excursiones están abiertas para personas entre 10 y 65 años de edad. Si bien la caminata no es muy larga, las bajadas y subidas son pronunciadas. Lo ideal es imprimir fuerza en las piernas para no dejarse tumbar ante la fuerza del viento.

Casi al final de la caminata, después de una hora y media sobre el hielo, un guía se aparta del grupo y, con un pico, extrae algunos trozos helados que coloca en vasos de cristal. Cualquiera con una infancia mexicana piensa en el momento de espera frente al carrito de los raspados, pero aquí no...

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