Música: Un don para compartir

AutorLuis López

Frases como "siempre quise tocar un instrumento" o "me gusta cantar, pero no soy bueno" se oyen con regularidad de personas que tienen la creencia, errónea, de que no deben hacer música porque no son profesionales.

No permitirse la posibilidad de disfrutar la interpretación musical, por no creerse lo suficientemente bueno para hacerlo, priva de incontables beneficios que puede traer esta práctica artística, aun de manera amateur, señala la pianista y maestra Elda Nelly Treviño.

"Antes se consideraba que la educación musical era sólo para los superdotados, para los que mostraban promesa para dedicarse de lleno a eso, pero ahora la filosofía es diferente, ahora la música es para todos", explica la docente de la Facultad de Música de la UANL.

A nivel mundial existen jornadas como la "Fiesta de la música", que inició en Francia en 1982 como una celebración anual cada 21 de junio entre músicos profesionales y aficionados por igual.

El festejo, actualmente con eventos en más de 120 países, busca fomentar un día de actividades musicales totalmente gratuitas, con el fin de invitar a todos a participar como público o intérpretes.

Especialistas en la docencia, dirección y terapia musical invitan a todos, sin importar que no vivan de la música, a compartir su talento y su gusto por esta actividad para desarrollar autoconfianza, sentirse bien y sembrar cultura artística.

AUTOESTIMA E INTEGRACIÓN

No son pocos los adultos que al inscribir a sus hijos a la academia Música Viva dicen a Treviño, su directora, que quieren que sus pequeños tengan las clases que ellos no pudieron cursar en su infancia o juventud.

"Cada vez que pasa eso yo les contesto 'bueno, ¿y por qué no te metes tú a clases también?', y busco mostrarles que nunca es demasiado tarde para empezar a aprender un instrumento", explica la también especialista en el método educativo musical Dalcroze.

Algunos llegan con experiencias negativas de clases de música de cuando eran niños, por no haber tenido un maestro adecuado o por aprender un instrumento que no era de su interés, pero al tener ya sus propios recursos y acudir por voluntad propia, la dinámica es más positiva.

Incluso hay alumnos que empiezan a tomar clases para tocar con sus familiares, como el caso de un padre que interpreta piano a seis manos con sus dos hijas, o una abuela que acompaña al piano a su nieta de 5 años, añade la educadora.

"Es muy bonito ver que la música puede unir generaciones, porque es un tiempo de calidad que...

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