Una mujer con alma de hierro

AutorClarisa Anell

MÉXICO.- Tener el Alma de Hierro no significa ser fría, insensible o amargada, y eso lo sabe de sobra Blanca Guerra.

Desde su nombre, se bosqueja una mujer apasionada, sin miedo a dar la batalla al destino y a sus azares; por el contrario, pelea con todas sus armas para salir victoriosa.

La ausencia de su padre, la fortaleza de su madre y la crianza al lado de su abuela forjaron el carácter tenaz e independiente de la actriz, quien actualmente muestra muchos rasgos de su propia personalidad a través de Elena, el personaje que interpreta en la telenovela del Canal 2.

"Mi padre, Hildegardo Guerra, murió antes de que yo naciera. Mi madre tuvo que salir a trabajar y como mi abuela también acababa de parir, entre las dos nos amamantaban a mi tía y a mí", recuerda.

Así puede decirse que se alimentó con la fuerza de dos mujeres, quienes con su ejemplo le enseñaron a no perder el tiempo lamentando las pérdidas.

"Esas cosas te van fortaleciendo, conformando tu espíritu. Creo que la ausencia de mi padre algo tiene que ver en cómo soy ahora", considera. "Pero no nada más por el dolor y la sensación de abandono, sino porque un papá a veces te facilita muchas cosas".

Aun sin esa figura protectora en su infancia, Blanca asegura que desde siempre ha sabido valerse por sí misma y hacerse respetar, hasta por sus propios familiares.

"No me dejaba nunca de nadie. Recuerdo que una vez un tío estaba arreglando un coche, me regañó y me jaloneó. Para desquitarme, llegué a pegarle con un palo que encontré, tendría como cuatro añitos, pero fue una forma de defenderme", recuerda entre risas la actriz.

En la toma de decisiones, la protagonista de películas como Un Embrujo también es contundente, y en ocasiones hasta impulsiva. Pero gracias a ello, asevera, ha llegado al lugar en el que se encuentra, si bien es cierto que el camino que eligió no fue el más directo.

"Mi madre era enfermera, y por ella tenía la intención de estudiar medicina para dar un servicio a la humanidad, irme a las comunidades rurales", comparte. "Pero luego decidí seguir a todas mis amigas a odontología, y a la mitad del primer semestre, me di cuenta de que no era lo que quería".

Pese a que todavía no descubría su verdadera vocación, al menos ya sabía para qué no estaba hecha. Y el "llamado" le llegó cuando menos lo esperaba.

"En el ínter, un novio me llevaba a tomar clases de actuación, disciplina en la que estaba muy interesado; ahí conocí a la gente que trabajaba en las compañías y se detonó...

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