Muestra 'cicatrices'

EL NORTE / Staff

Su infancia no fue como la de cualquier pequeño. Para él, no hubo juegos ni juguetes. En su casa no había agua potable ni luz eléctrica. Es más, ni siquiera pudo ser amamantado por su madre, doña Ausencia, quien a los pocos días de haber dado a luz enfermó y le pidió a una comadre que le ayudara a darle pecho a José Guadalupe, el tercero de 12 hijos.

Su padre, don Calixto, no estaba en México cuando aquel niño de rasgos indígenas llegó al mundo en 1954. Se había ido de mojado a Estados Unidos y, cuando regresó, Lupe Esparza ya tenía cuatro o cinco años.

Los suficientes, consigna el cantante en su autobiografía "Cicatrices de un Corazón Bronco", para aprender a trabajar en el campo de sol a sol.

Y en las noches, relata el líder del famoso grupo Bronco (ahora El Gigante de América), ya estaba grandecito para defenderse de las ratas que salían de los hoyos del piso de tierra de su casa, ubicada en un ejido del municipio de Pánuco de Coronado, en Durango.

Un par de años después, don Calixto decidió emigrar con su familia a Apodaca, Nuevo León. Al llegar, no tenían dónde pasar la primera noche.

"Después de andar y andar, hubo una familia que se compadeció de nosotros; nos brindó asilo, comida caliente y un lugar donde dormir, pero el gusto nos duró casi nada. A la mañana siguiente, nos tuvimos que ir", recuerda el cantante en el segundo de los 18 capítulos de su libro, que saldrá a la venta en dos semanas.

Su papá consiguió trabajo y Lupe le ayudaba. Se levantaban a las 4:00 horas para ordeñar vacas, cortar pastura y chamuscar nopales.

"La casa en la que vivíamos era similar a la de Durango. Estaba dentro del rancho, era de adobe y piso de tierra con agujeros de ratas por todas partes. Cuando dormíamos, en el piso, sentíamos cómo estos animalejos se paseaban alegremente por nuestros cuerpos y nos mordían los dedos.

"Cuando se despertaba alguno de mis hermanitos llorando por eso, tratábamos de calmarlo diciéndole que a las ratas les caíamos bien y querían jugar con nosotros. A veces me pasaba a mí, pero estaba tan agotado por el trabajo que sólo sacudía las manos para espantarlas. Mamá nos curaba las pequeñas mordidas con merthiolate".

Aunque se dedicó de lleno al trabajo, Lupe tenía ganas de estudiar, pero fue hasta los 9 años cuando sus papás pudieron mandarlo a la escuela. A esa edad, empezó a cursar primero de primaria.

Era el más alto y "viejo" del salón, relata el cantante. Todos se burlaban de él por su apariencia, su...

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