Carlos Monsiváis / La cotización del espíritu en el mercado libre
Autor | Carlos Monsiváis |
La investigación de Ernesto Piedras Feria, publicada por la Sociedad de Autores y Compositores de México, la Sociedad de Escritores de México y la Cámara Nacional de la Industria Editorial, descubre un hecho hasta hace poco inconcebible, el del poder económico y social de las industrias culturales y su papel central y ubicuo. En el prólogo, el autor adelanta lo que su estudio comprueba: el aporte creciente de los sectores culturales y artísticos a la economía nacional, su capacidad de generar empleo de calidad y altamente productivo, su sitio privilegiado en las exportaciones, y sus efectos multiplicadores y externalidades positivas. Según Piedras, el sector cultural mexicano, lejos de ser un "pozo sin fondo" a la espera de las interminables y abundantes contribuciones públicas, posee ventajas comparativas de importancia en los sectores de la música, la edición, el audiovisual y las artes plásticas.
Piedras examina el sentido de estas ventajas y su significado económico. Al no ser experto en el tema, me aboco a los "efectos multiplicadores y las externalidades positivas".
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¿Qué es derroche? ¿Y tú, publicidad electoral, me lo preguntas?
Lo más inconsistente en el alegato anticultural de la Secretaría de Hacienda, tan reacio al apoyo fiscal y tan convincente según el criterio del Presidente de la República, el PAN y el PRI, es su idea de la cultura como un "pozo sin fondo". Esta opinión gubernamental parece desprendida de la etapa más lamentable del marxismo vulgar, que describía a la cultura como un "fenómeno superestructural" (por supuesto, no viene de allí, o de tradición ideológica alguna, todas las ideas políticas de hoy son recién nacidas o nonatas). Al apoyar el arte y las humanidades, al entregar los subsidios a las universidades públicas (subrayo "públicas" en respuesta a patrocinadores de ProVida como el señor Luis Pazos, ansiosos de subsidiar las universidades privadas), al sostener estaciones culturales de radio y televisión, al fortalecer el sistema de bibliotecas (no de megabibliotecas), al becar estudiantes de posgrado en humanidades y ciencias sociales, al editar libros escasamente rentables, al patrocinar conciertos, al estimular la difusión cultural en distintos niveles, el Estado y los gobiernos, del federal a los municipales, no hacen sino cumplir un deber estricto.
Es importante dar aviso de una zona inesperada y generosa de la economía, pero la cultura (que defino con rapidez no tanto en el sentido antropológico sino...
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