En el mirador de la vida

AutorTeresa Martínez y Dalia Gutiérrez

El amor por la montaña y la naturaleza es lo que mantiene activos a estos senderistas decanos.

Ellos forman parte del "Club de Excursiones Círculo José Navarro", del Círculo Mercantil Mutualista de Monterrey.

Fundado el 1 de junio de 1902, el club es uno de los más antiguos en Latinoamérica y actualmente está conformado por 32 personas, de 45 años en delante, aunque predominan las que son mayores de 60 años, detalló Javier Canales, su coordinador.

"Nos une el amor por la montaña, la pasión por caminar por las montañas, hacer cumbres retadoras, convivir con la naturaleza, el cuidado del medio ambiente", expresa el ingeniero de 65 años.

"No podemos dejar un fin de semana sin ir de excursión, porque es algo que te nutre el alma, el espíritu, te agrega condición física y salud a tu cuerpo, y compartes con tus compañeros las pláticas comunes de la vida de cada quien".

Sus reuniones para preparar y organizar las excursiones son los miércoles en las instalaciones del Círculo Mercantil, ubicado en la esquina de Ocampo con Zaragoza, en el Centro de Monterrey. Y sus excursiones son sábados o domingos.

Con frecuencia, el club acude a La Huasteca, Chipinque, también a la Sierra de Arteaga, en Coahuila, que les ayuda a acondicionarse físicamente para cimas de mayor altura.

Fuera del País, integrantes del grupo han acudido al Aconcagua, en Argentina, y a Illimani, en Bolivia. También han emprendido la ruta del Camino de Santiago, en España.

Los integrantes del club demuestran que para el senderismo no hay edad. Conoce a algunos de ellos.

SE ABRE CAMINO

Manola Martínez Ortiz puede presumir que es de las primeras mujeres en practicar el senderismo en la Ciudad.

Tenía 24 años cuando comenzó. Ella y su compañera Aurora Lomelí eran las únicas mujeres en el club.

"Se extrañaban, hasta una vez escuché a uno que dijo: 'Deberían estar lavando'. Pero nosotras no le hicimos caso, y ahorita ya hay más mujeres en la montaña que hombres", cuenta la enfermera jubilada.

Cuando trabajaba en Vitro, sus compañeros organizaron una excursión, y fue donde un colega notó su gusto por el senderismo y la invitó al club.

"Subir una montaña es una magia. Conquistas la cima y para llegar ahí pasas por experiencias maravillosas. Es estar en contacto íntimo con la naturaleza, y mi espíritu se recrea en todos los sentidos", expresa la vecina de Lomas de Anáhuac.

"Oyes el ruido del viento en el cañón, en los árboles, el arroyo en el camino, te encuentras osos, serpientes. Para mí el...

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