MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Los días que antes se llamaban santos eran tristes.

Los tiempos de cuaresma eran penitenciales.

Pero a la pena por la Pasión de Cristo sucedía la gloria del Sábado de Gloria y luego el gozo de la Resurrección.

El cristianismo no es una religión de tristeza, sino de alegría. San Francisco de Sales solía decir: "Un santo triste es un triste santo". Santa Teresa de Jesús cantaba por bulerías, y en los días de regocijo bailaba regocijadamente las danzas que danzaba el pueblo. Comía muy a su sabor un guiso de su época, el pisto, y cuando alguna de sus monjas le preguntaba si no estaría incurriendo acaso en pecado...

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