MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

El huerto de los duraznos ha florecido ya.

Lo miro desde la casa del Potrero y me parece ver el manto color de rosa de la Virgen.

Siento temor por estos arbolitos, niños todavía, que apenas empiezan a ensayar la promesa de su fruto. Con los primeros soles después del frío de enero abrieron sus capullos. No tienen la sabiduría del nogal, que sólo pinta su ramazón de verde cuando la última helada pasó ya. Si uno de estos días el invierno se acuerda de que aún es invierno, vendrá otra vez el cierzo y las flores de los pequeños durazneros morirán en flor.

Esta niña del rancho se llama Angelita, y es un ángel. La hago venir y le pido que trace a la distancia sobre el huerto la señal de la...

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