MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Esta muchacha ha entrado al templo en horas en que está casi vacío.

Con paso sigiloso va hacia la imagen de San Antonio; se arrodilla frente al santo y con la frente baja musita una oración. Luego, tras de volver la vista a todas partes para asegurarse de que nadie la ve, pone un listón al pie del milagroso varón. Vuelve a orar brevemente ante la imagen; luego se persigna y sale presurosa de la iglesia.

Yo la he visto desde atrás de una columna y me he conmovido. Pensaba que estaba extinta ya la antigua devoción de las muchachas que le pedían al santo les consiguiera novio, y al hacerlo le dejaban un listón con la medida del hombre que esperaban. Ahora sé que San Antoñito ha conservado por lo menos una...

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