MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

El califa de Bagdad solía disfrazarse de mendigo, y salía a las calles de la ciudad para oír lo que la gente decía de él y de su modo de impartir justicia.

Una noche entró en un lupanar y vio ahí a una hermosa prostituta. Al punto sintió por ella una pasión irrefrenable. Averiguó su nombre, y al día siguiente hizo que sus jenízaros la llevaran a sus aposentos. Cuando la tuvo en sus brazos se olvidó de todo. La mujer era diestra en las artes del amor, y lo subyugó en tal modo que el califa le rindió su voluntad. En adelante aquella hetaira fue dueña de Bagdad.

Sus veleidades y caprichos hicieron grave daño a la ciudad y a sus habitantes, ricos y pobres por...

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