MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Estoy triste.

En Namie Tsushima, Japón, nació un conejito sin orejas.

Ese lugar está a 30 kilómetros de Fukushima. Los expertos suponen que el defecto de la pequeña criatura se debió a la fuga de materiales radiactivos después del terremoto que sacudió a esa ciudad y causó daños a la planta nuclear que ahí funciona.

La naturaleza, lo sabemos bien, jamás perdona las culpas de los hombres. Pero es una pena que el castigo recaiga sobre los inocentes. Yo pienso en ese conejito que no tiene orejas -pobre Dumbo al revés-, y me aflijo por su suerte. Ojalá mamá coneja lo cuide con la misma ternura con que mamá...

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