MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Fuiste un buen perro, mi querido Terry, pero -más importante aún- fuiste también un perro bueno.

Tenías la gentil cualidad de las personas buenas: con tu trato hacías salir lo mejor de los demás. Quienes son malos hacen que salga lo peor de cada quién.

Una excepción recuerdo solamente. En cierta ocasión hiciste que algo malo saliera de una persona buena. Una monjita se acercó a mi coche. Con dulce sonrisa venía a decirme algo. No advirtió que estabas en el asiento trasero. Cuando la religiosa llegó a la ventanilla, tú, guardián celoso de nuestro territorio, te lanzaste sobre el cristal...

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