Miguel Reyes González / Lucha de poder

AutorMiguel Reyes González

Luego de las pasadas elecciones en Nuevo León, analistas y comentaristas coincidieron acerca de una cualidad indispensable para gobernar, después del escenario inédito que dejaron los comicios. Había que privilegiar la construcción de acuerdos, como pasa donde existen Gobiernos divididos.

La circunstancia local, sin embargo, orillaba más a la negociación. Por primera vez el Estado tendría un Gobernador sin partido. Pero también habría un Congreso donde ninguna fracción se sujetaría a los designios del Ejecutivo, como era la usanza.

La construcción de puentes entre estos dos poderes sería necesaria, además, porque en estas condiciones Jaime Rodríguez no tendría ningún aliado natural en el Legislativo, como lo tuvieron sus antecesores.

Por el lado de los Diputados, la generación de consensos con el Ejecutivo serviría para ganar buena imagen ante una ciudadanía que los repudió en la elección a Gobernador.

Así parece que lo vieron estos dos actores políticos, en un principio. Varias han sido las ocasiones en las que ambos se han referido públicamente a su disposición de alcanzar acuerdos por el bien de Nuevo León.

¿Demasiado buenos esos propósitos para ser verdad? Ésa es la impresión que queda, a la luz de una serie de acontecimientos recientes.

La colaboración entre el Gobierno y el Legislativo no ha ido más allá de la aprobación por este último, sin mayores problemas, del Coordinador Ejecutivo, del Tesorero y del Procurador. Después, lo que ha prevalecido es una relación áspera que indica más bien una lucha de poderes entre el Mandatario y las bancadas del PRI y del PAN, principales protagonistas en el Congreso.

El primer embate de la dupla PRI-PAN contra la Administración de Rodríguez se dio con motivo de la tenencia. A pesar de que en diversos momentos el Tesorero, el Coordinador Ejecutivo y el mismo "Bronco" declararon que no era conveniente para las finanzas estatales quitar de golpe ese impuesto, los líderes parlamentarios del tricolor y del blanquiazul afirmaron que eliminarían totalmente el gravamen.

Tanto los priistas como los panistas argumentaron que acabar con la tenencia había sido una promesa de campaña de Jaime Rodríguez y que lo estaban ayudando a cumplirla. Más bien lo estaban obligando a ello.

Al final, aunque pudiera parecer que Rodríguez le dobló las manos al Congreso al lograr que se retirara...

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