Mexicar / Vemos circo jurásico

AutorEnrique Canales

En estos nuevos tiempos políticos, la desconfianza es ya una virtud cívica, al mismo nivel que la prudencia y la solidaridad. La cuestión es juzgar las prácticas de gobierno para traerlas a primer plano, pues no podemos dejar que un gobernante triunfe por alguna causa externa dejando la casa más sucia de como la encontró, ni tampoco nos deberían interesar logros de corto plazo a costa de nuestros nietos.

Cuando me refiero a que tenemos un circo jurásico a la vista, no me refiero a detectar nuevos chupacabras insaciables, sino más bien apunto a observar todo un portafolio de malas prácticas políticas tradicionales no exclusivas del PRI que causan daños y tendremos que pagar. Los políticos jurásicos hacen barbaridades a la vista y sin embargo por costumbre no las vemos. Anoto algunas gracias jurásicas como ejemplos para entrenarnos a detectarlas.

El aumento de la deuda de la Ciudad de México es algo malo, sin importar si los capitalinos están de acuerdo o no. Para aliviar el presente no se vale hipotecar o condenar el futuro. López Obrador se endeuda y no acepta críticas. La deuda es una gracia del circo jurásico. Igualmente permitir que persista una zona de exclusión de la ley, como es el caso de Tepito, es algo que no podemos acostumbrarnos a ver. Lo jurásico es aceptar la ilegalidad como una situación heredada y normal.

Existen actores farmacéuticos que jurásicamente desean convertirse en piratas internacionales. Pretenden refugiarse con una ley que les autorice copiar patentes extranjeras antes de su vencimiento para beneficiar a enfermos de sida y cáncer. No hay rateros nobles. Ya hubo un tiempo cuando los mexicanos éramos piratas reconocidos por robar patentes porque nuestra ley nos permitía robar. El respeto al derecho de propiedad motiva la inversión en investigación y desarrollo de medicinas en todo el mundo.

Si mantenemos las ayudas tan exageradas a los partidos políticos repetiremos en el 2006 otro espectáculo jurásico. Es del pasado desperdiciar tanto dinero en las campañas políticas y en los partidos que no cuentan con sus militantes dispuestos a aportar modestamente y con claridad.

La defensa del campesino improductivo junto con su pequeña o gran propiedad colectiva va a seguir siendo motivo de mil piruetas y saltos de trapecio en el circo jurásico. Lo jurásico consiste en ondear la hermosa bandera "en defensa del campesino nacional", cuando en el fondo se castiga a los consumidores nacionales obligándolos a comprar más caro...

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