El mexicano universal

AutorDaniel de la Fuente

No deja de maravillar que las cerca de 300 páginas que suman los relatos de El llano en llamas (1953) y la novela Pedro Páramo (1955) generen tanta admiración en el mundo y hayan sido suficientes para que Gabriel García Márquez las considerara tan perdurables como la obra de Sófocles y, a aquella novela, "la más bella que se ha escrito desde el nacimiento de la literatura en español".

El centenario de Juan Rulfo, que se cumplirá este 16 de mayo, trae de nuevo las interrogantes sobre el autor, fallecido en la Ciudad de México el 7 de enero de 1986 por un cáncer pulmonar que le diagnosticaron el día del terremoto en la capital, el 19 de septiembre del año anterior: el origen de su inspiración, no haber publicado más y las distintas razones que daba, desde su vida como editor en el Instituto Nacional Indigenista hasta el sencillo "se me secó el manantial".

Tercero de cuatro hijos, Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno nació en el año de la Constitución en Apulco, pueblo que no figuraba en mapas de Jalisco y cuyo abuelo ayudó a construir junto a una barranca.

La rebelión cristera despojó y sacudió a la familia, lo que contó a Fernando Benítez: "Mi abuelo murió cuando yo tenía 4 años, tenía 6 cuando asesinaron a mi padre, que tenía 33. Mi madre murió cuatro años después; entretanto mataron a dos hermanos de mi padre.

"Luego, casi enseguida murió mi abuelo paterno. Murió de tristeza porque al que más quería era a mi padre, su hijo mayor. Otro tío murió ahogado en un naufragio. Y así, de 1922 a 1930, sólo conocí la muerte", confesó melancólico.

Tras dejar aquella casa de luto vivió con su abuela y fue internado en un orfanatorio en Guadalajara. En este lugar estricto, decía, aprendió "a deprimirse" por tanta soledad. Sólo coincidió un año con su hermano Severiano, mayor que él.

En 1932 egresó del internado, donde no dejó de leer, hábito que inició en la biblioteca que un cura, Irineo Monroy, le dejó a cuidar en la casa de su madre.

II

Publicó por primera vez en 1945 en las revistas Pan, de Juan José Arreola y Antonio Alatorre, y en América, de Marco Antonio Millán y Efrén Hernández, su primer aliado literario. Las primeras entregas fueron los cuentos "La vida no es muy seria en sus cosas", "Nos han dado la tierra" y "Macario".

Los dos últimos se integrarían a El llano en llamas, volumen publicado el 18 de septiembre de 1953 en la Colección Popular del Fondo de Cultura Económica, en el que aparecen temas que serían recurrentes: la muerte, la...

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