Sus memorias alzan la voz

AutorFrancisco Morales V.

MÉXICO. Entra al recinto y la sospecha se disipa. Es cierto, hombre y obra son uno mismo. La figura rotunda, la barba cana y desaliñada, la sudadera casual y un andar cauteloso, claramente midiendo el espacio y a los cientos de periodistas que lo reciben, sí, como un rockstar.

Es Ai Weiwei quien ingresa al MUAC.

En la mente de algunos aparece la serie de tres retratos, en blanco y negro, que lo muestran soltando con desparpajo un jarrón de la Dinastía Han que termina deshecho en el piso. Una de sus obras más conocidas.

En la de otros, con seguridad, apareció alguno de los titulares que en el 2011 informaron de su detención arbitraria, cautiverio por 81 días y tortura psicológica por parte del Gobierno chino.

Escultor, maestro moderno del ready-made, fotógrafo, bloguero, disidente, cineasta y activista, Ai rechaza las clasificaciones sencillas.

"En realidad no me interesa si soy un artista o no. Quizá soy un maestro del Lego o de la selfie, como Rembrandt fue un maestro de la pintura al óleo y Andy Warhol de la serigrafía", suelta ante la pregunta de dónde pinta la línea entre artista y activista.

Lo de los legos viene a cuento por un tema más bien grave que Ai (China, 1957) trata con seriedad tras años inmerso en tratar de comprender las implicaciones de una tragedia que, bien a bien, México no termina de explicarse.

En la Sala 9 del MUAC, un mural o "retablo", como lo llama el curador del recinto, Cuauhtémoc Medina, muestra los rostros de los 43 normalistas de Ayotzinapa y de los tres más que fueron asesinados o incapacitados el 26 de septiembre del 2014.

El desconcierto de ver esos caras, tan replicadas en pancartas, playeras y carteles de protesta, ahora construidas a partir de bloques de juguete, con su aura pop e infantil, se disipa con la explicación del artista.

Desde 2014, en una comisión que realizó en la ex prisión marítima de Alcatraz, Ai reparó en el hecho de que las fotos disponibles de presos políticos y activistas, sobre todo los que enfrentan represión, recurrentemente están borrosas o son de mala calidad. Lo mismo pensó con las fotos de los 43.

"Me di cuenta que si uso legos en imágenes pixeleadas se verán frescas, definidas, precisamente caracterizadas y, además, hermosas", explica.

Un millón de piezas de Lego, ensambladas con la ayuda de estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, definen ahora los contornos de los rostros, como si con ello se buscara, quizá, recordarlos con más nitidez.

La muestra, que abre...

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