El mejor método es el amor

AutorMaría Silva

Su principal manera de comunicarse es el amor.

Carlitos besa y abraza a su papá a cada momento o cada vez que se lo pide, y ambos se disfrutan uno al otro.

Alberto Zermeño comparte que el más pequeño de sus hijos nació con parálisis cerebral, lo que no es un impedimento para sensibilizarse al tacto y a la cercanía con el resto de la familia, integrada por su esposa Gloria y sus hijos Alejandra, Alberto y Mariana.

"Él es nuestra prioridad, porque depende totalmente de nosotros. He sabido administrar mi tiempo para estar con él y normalmente no acepto comidas fuera de casa. Cada mediodía, cuando se abre el portón, grita porque sabe que llegué y le da mucha felicidad, y como papá no te puedes perder de esos momentos", comparte.

Igual sucede al regresar del trabajo. Carlitos espera que su papá lo traslade del cuarto de televisión a la recámara para acostarse juntos, y disfrutar que su papá le dé masaje en los pies.

"Y si voy a salir de nuevo, dejo mi coche afuera para que no escuche el ruido del motor. Para mí no es un sacrificio, porque sólo lo hago cuando es necesario, y en esos momentos no me extraña porque cumplo con la cita de acompañarlo, y así puedo convivir con el resto de mis hijos", señala.

Los domingos sabe que es un día diferente, porque percibe el movimiento en casa. Su papá lo baña, lo rasura y se alistan para salir a pasear. La primera parada es a desayunar; luego, generalmente, van rumbo a Los Cavazos y más tarde concluyen en un centro comercial, en donde, en su silla de ruedas, Carlitos se hace cómplice del bullicio.

Alberto, de 56 años, y su esposa han trazado una logística entre los integrantes de la familia, para nunca desentenderse del cuidado de Carlitos, ahora de 25 años, en caso de que no se encuentre la persona que los ayuda.

"Todos saben que no hay manera de no cumplir. Para sus hermanos siempre será un niño al que hay que cuidar y si mi esposa y yo vamos a salir, de inmediato Beto, mi hijo, le dice a Mariana que él se queda a cuidarlo".

Carlitos perdió la vista unos años después de nacer, y aunque la familia está bien...

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