En la Media Cancha/ Caja de violencia

AutorRoberto Gómez Junco

Sin lugar a dudas resulta reprobable (y digna de una ejemplar sanción) la conducta de Cuauhtémoc Blanco al término del partido entre Veracruz y América.

Si ya de por sí es lamentable la inmadurez implícita en el hecho de recurrir a los golpes para "dirimir" las diferencias, en este caso la agresión llegó a niveles mucho más bajos por la forma en que fue cometida: por la espalda, con toda la premeditación, alevosía y ventaja que en términos legales se traducen como agravantes en la comisión de cualquier delito.

Al golpear arteramente a un desapercibido David Faitelson, Cuauhtémoc Blanco volvió a ofrecer fuera de la cancha una cara opuesta a la que ofrece adentro: siendo en la actualidad y desde hace varios años el mejor futbolista mexicano, sigue sin entender que un jugador profesional, sobre todo cuando llega a convertirse en máxima figura, debe comportarse como tal durante las 24 horas del día, y no sólo durante 90 minutos cada semana.

Lejos de asimilar a plenitud esa condición de máxima figura, en esta ocasión Cuauhtémoc se desempeñó como lo hubiera hecho un George Bush cualquiera (aunque seguramente Bush, en lugar de propinarlo con su propia mano, hubiera mandado a alguien más a propinar el golpe).

Después vinieron la obligada disculpa de Cuauhtémoc y la encomiable rectificación del presidente americanista, quien había...

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