Mario Anteo/ Penas del barrio

AutorMario Anteo

El bullicio vecinal no desvela a las familias ricas. Pues si vives en una mansión amurallada, con jardines en los cuatro lados, ni sabrás que el vecino toma clases de batería o realiza una fiesta. Aislado vives en paz. Nadie obstruye tu cochera ni husmea por la ventana. Por la noche descansas arrullado en el dulce silencio, y al alba, con el ánimo repuesto, enfrentas tus prósperos negocios.

Por el contrario, al bolsillo flaco preocupa sobremanera la vida del vecino. De tal modo que, si a tu barrio lo distingue la fodonguez y la anarquía cívica, jura que padecerás atropellos sin cuento. Querrás mudarte de casa, largarte, pero tu pálida billetera te anclará al barrio, y continuarás apechugando los embates del prójimo por los cuatro costados: El vecino de la izquierda tiene un perro histérico que ladra toda la noche. El de la derecha una maquiladora de ropa que ruge sin cesar. El de enfrente gusta de las fiestas. Y el de atrás está encariñado con un gato que vive en celo.

Sin duda habrá vecindarios aún más apretados y promiscuos, donde un tabique de lona te separe del vecino y sus ronquidos. Ejemplo clásico el de las novelas rusas del siglo pasado, donde largos diálogos entre vecinos se desarrollan a través de la delgada pared que separa sus "casas". Si por desgracia tal es tu caso, sabrás lo que es la falta de privacidad y la constante exposición al chisme.

Pero también el "Primer Mundo" conoce estas penurias. Quién no ha visto en la tele la familiar escena, ubicada casi siempre en Nueva York, donde un hombre golpea con el mango de la escoba el techo de su departamento, intentando acallar la fiesta del vecino en el piso superior. Y cuentan que en Europa los inquilinos de muchos edificios comparten la ducha, de tal modo que se dan prisa por la mañana para, provistos de toalla y cepillo de dientes, hacer cola en el pasillo rumbo a la regadera. Y seguramente en tan singulares reuniones el mal humor mañanero causará riñas y reclamos a granel.

Supongo que existen leyes que protegen la paz del hogar. Quiero creer que las víctimas de los vecinos imprudentes, tras indagar el reglamento al respecto y denunciar el caso ante la autoridad correspondiente, obtendrán auxilio tarde o temprano. De todos modos, ¿por qué llevar las cosas a tales extremos jurídicos? Basta un poco de educación y sentido común para de inmediato advertir que, si estacionas tu auto en la cochera del vecino, éste tendrá motivos para molestarse. También es obvio que si tu perro ladra...

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