Al Margen / Con sabor a fruitcake

AutorLuis Eduardo Villarreal Ríos

El jueves celebré la Navidad en Villa de la Paz. La familia suele reunirse cada año ahí con las tías Amparo y Juliana, anfitrionas siempre generosas en un lugar donde de veras se respira paz al pie de la Sierra Madre.

Durante la Eucaristía, Alejandra y Ricardo renovaron su compromiso nupcial después de 25 años. Como a menudo ocurre cuando los esposos se tributan fe y amor, no faltaron la voz entrecortada y algunas lágrimas.

En la plegaria por los difuntos, pusimos entre nosotros a los que se han marchado y habitan nuestro espacio de otra manera. La muerte de ellas y ellos fue saludada como forma de comunión, como augurio de vida plena.

De la misa pasamos a la mesa, otra manera de expandir la comunicación familiar. La dimensión simbólica no sólo de reunirnos, sino de todos los referentes que surgen en la interacción, estuvo hoy más presente que nunca.

Primordialmente, surge la figura de nuestro padre, que desde hace 13 años nos acompaña desde el banquete del Reino. El constituye el arquetipo familiar de los valores que apreciamos.

Aunque físicamente no lo vemos, están sus actitudes, sus dichos y frases célebres. Más que lo que escuchamos de su boca, se hace presente sobre todo lo que aprendimos de su vida: la jovialidad.

Pero un símbolo abrió esta vez las ventanas de mi alma. Mi hermana Nora, a quien Dios ha mirado con predilección al pedirle al compañero de su vida, nos regaló a cada hermano y hermana un trozo de fruitcake.

El gesto no hubiese trascendido el ritual tradicional de no ser por la magia encerrada al interior de ese postre: era la misma receta con la que mi madre le daba gusto a su decena de hijos e hijas en Navidad.

Al recibir ese pastel mi mirada cambió. Pude haberlo visto sólo empíricamente: su peso, color, su decorado y aroma, sobre todo su sabor; es el mirar exterior, la óptica del apetito o, cuando mucho, la del análisis.

Pero el fruitcake significó algo más para mí a causa de mi madre. Me recordó no sólo la exquisitez de su cocina, también su esmero por...

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