Margarita Ríos-Farjat / La telenovela nacional

AutorMargarita Ríos-Farjat

La pareja presidencial tomó la escena. Por una parte la Primera Dama, Angélica Rivera, tratando de justificar lo que es políticamente injustificable. Y por otro lado, el propio Presidente, Enrique Peña, dijo ayer que la sociedad está harta de impunidad, discurso que en voz de él resulta, también políticamente, inaceptable. Vamos por partes.

La periodista Carmen Aristegui puso al descubierto una serie de pasmosas irregularidades en relación con la propiedad de Sierra Gorda 150.

Televisa, una de las partes implicadas en las revelaciones, no dio cuenta de la nota sino hasta varios días después, cuando el guión se tuvo listo y la señora Rivera nos hizo el favor de conceder una explicación que buscaba verse tan jurídica como ofendida.

Nos mostró una serie de documentos que lucen muy legales, nos explicó una historia congruente, narrada como se hace en las contestaciones en juicio y, por supuesto, nos recetó el infalible argumento del soberano derecho a vivir la vida como la prefiera vivir, que si se ve mal que una poderosa contratista de obra pública y una de las dos televisoras del País estén metidas hasta la médula de la historia, ella no se da ni cuenta ni tiene la culpa. O sea, nos cantaron "Bamboleo".

Pero no se tapa el Sol con un guión. Y si se tapa, es que los mexicanos somos analfabetos políticos.

Cualquier litigante tiene un olfato probatorio casi nato, y seguramente la señora Rivera tiene a varios como asesores, quienes le impedirían aparecer frente a la cámara si ellos no tienen prevista una estrategia jurídica de defensa.

Pero eso no hace que los hechos sean aceptables.

Supongamos que las pruebas son adecuadas, que quien nos pide dinero para el Teletón lo usa para indemnizar millonariamente a todos sus cientos de artistas, que la empresa contratista es tan ética que nunca se le ocurrió que se podía ver mal esta transacción, que ninguno de los involucrados daba importancia a la casualidad de que ella fuera la Primera Dama, etc.

Demos por buenos los papeles legales y el supremo derecho a que cada quien cante a su gusto el "Bamboleo".

El problema social grave es pensar que esto está bien sólo porque procesalmente no pueda probarse que es ilegal.

La desgracia nacional radica en su incorregible guión de impunidad, que entre otros matices que presenta es que sobre bases cotidianas se cometen delitos por parte de servidores públicos sin que luego exista denuncia alguna, y menos una sentencia condenatoria.

Cualquier delincuente en cargo...

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