Margarita Ríos-Farjat / Uno más uno más otro: nada

AutorMargarita Ríos-Farjat

Sería fantástico contar en Nuevo León con una alternativa política distinta al PRI y al PAN. Una alternativa tan real que al término de la jornada electoral la incertidumbre abarcara tres posibles escenarios y no se limitara sólo a cara o cruz.

Dos advertencias: la primera es que, como se ha mencionado en este mismo espacio, una tercera alternativa, sólida, es necesaria por el efecto depurador que representaría para el PRI y el PAN, que retozan en el fango con una pasión tan intensa que salpican mugre por todos lados.

No se trata de un odio irracional al PRI o al PAN (¿qué sentido tendría?), sino un rechazo a los alegres cerditos en que felizmente se han convertido.

La segunda es que no hacemos menos los encomiables esfuerzos de los ciudadanos comprometidos en armar el rompecabezas de esa tercera vía. Los grandes arquitectos palpan la obra terminada en el espacio vacío, pero eso no cambia el hecho de que la obra aún no está lista.

En el caso de Nuevo León, ¿por qué si hay tanto desdén generalizado hacia el PRI y el PAN aún falta solidez a esa tercera opción? A grandes rasgos, por tres razones:

  1. Hay quienes sí odian a uno de esos dos partidos, y aunque tampoco quieran al contrario, lo consideran la única opción para acabar con aquél.

  2. Por cuestiones de técnica jurídica. Los partidos nuevos y las candidaturas independientes provocan tremendos líos en cuestiones de estrategia por las tramposas complicaciones que les impusieron. Como el gato con el estambre.

  3. Porque muchos ciudadanos hartos no saben sumar. Creen que sumar es aglutinar a la fuerza y que quien no se deja sumar es el enemigo. ¿Por qué pasa esto?

  1. La rebatinga de la ruta. Todo ciudadano que se dice harto es muy crítico. Excelente, necesitamos ser todos así. Pero la crítica también es bisagra, punto de encuentro. Colaboración.

    La etapa siguiente es el ciudadano harto "movilizado", es decir, cuando pasamos a la acción y vivimos entregados a una causa. El problema es cuando no sólo estamos convencidos de nuestra causa, sino también de su ruta al grado de no compaginar con los demás: o es a mi modo o no es a ninguno. Restamos sin darnos cuenta.

  2. Las trampas del ego. Sin amor propio no nos movemos, claro. Pero cuando eso es lo único que nos mueve, qué fraude. ¿Defenderíamos nuestra causa si nadie nos mira? No va a faltar quien diga: "¡Claro, hasta resistiría los tomatazos!". Oh, pero a veces sufrir tomatazos luce fantástico para la foto, ¿o no?

    Hay algunos ciudadanos conocidos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR