Manual del Conductor/ Semblanzas metropolitanas

AutorRodolfo Sánchez S.

El tráfico en las calles se está volviendo caótico. En algunas de nuestras grandes ciudades, ya lo es. La Ciudad de México se ahoga en un mar de vehículos desordenados. Guadalajara y Monterrey, ya empiezan a competir con el D.F. Usted, lector, ¿qué opina de estas aseveraciones? ¿Estoy en lo correcto, o voy mal?

Obviamente que los del D.F. opinan que su sistema vehicular es más ágil que en Monterrey, por ejemplo. Los capitalinos que visitan esta última ciudad, gran parte de ellos, opina que en Monterrey se maneja agresivamente y que los conductores son individualistas.

Es decir, todos quieren ser "el primero" en pasar. Todos piensan que el derecho de paso lo tienen ellos. Los demás, que vean cómo le hacen. Podemos decir cualquier cosa, hasta misa si quieren.

Pero nuestra opinión, como nativo de cualquiera de estas ciudades, tiene poco valor si no se complementa con lo que puede opinar un turista, nacional o extranjero, que como quiera es un observador imparcial.

El DF.

En algunos folletos turísticos extranjeros, se aconseja a los que van a ingresar al País, tomando como puerta de entrada el DF, de que mejor no manejen en la ciudad, por lo peligroso del tráfico. Y que si se ven forzados a hacerlo, aconsejan manejar y maniobrar sin ver atrás.

Total, los demás sabrán cómo defenderse. Para los que hemos vivido en el D.F., la advertencia del folleto es cierta. La primera vez que maneja usted ahí, es casi seguro de que le dé una taquicardia, o por lo menos un ataque de nervios y stress si no es que de pánico.

Lo peor que puede hacer es detenerse y pedir permiso. Aquí sí funciona la fórmula aquélla que dice, "es mejor pedir perdón que pedir permiso". Desde hace décadas, se sigue una regla no escrita que dice: "el que pega, paga". Así se ha desarrollado una cultura de agresión-concesión.

No pida permiso, usted aviéntese y ya verá cómo el otro se detiene para dejarlo pasar. Si se porta educado y cortés, pronto tendrá una mar de vehículos encima, con posibles graves consecuencias.

Acostúmbrese a manejar por el Periférico o el Viaducto a velocidades cercanas a los 100 kph, sin preocuparse de la distancia con el de adelante. Prácticamente manejan el uno pegado al otro. Si quiere comprobarlo, basta con que tome un taxi en el aeropuerto y se aferre bien a su asiento mientras llega a su destino.

Para el capitalino, es ya una costumbre manejar así. Se ha convertido ya en una cultura (o falta de cultura), de lo más normal. Es cierto. Después de un tiempo de...

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